Elizabeth Duval era noticia cuando empecé a leer su ensayo sobre la transexualidad, lo era cuando hablé con ella unos días más tarde vía Skype, lo es hoy mientras escribo estas líneas y seguramente lo sea cuando tú leas esta entrevista: a veces pienso que no es tanto lo que ella diga, sino las ganas que muchos le tienen. Para más inri, hay una campaña de odio contra mujeres y hombres transexuales como no recuerdo haber vivido nunca. Pese a todo, desde las páginas de “Después de lo trans” (La Caja Books, 2021), Duval, con un aplomo y serenidad envidiables, aboga por el diálogo: “Es muy, muy, muy difícil dialogar con según qué sujetos o formar parte de un grupo en común. Cuando digo que hay que intentar tender puentes y que no se convierta eso en un destrozo mutuo no significa de repente que con cualquier persona vaya a ser posible el entendimiento o el encuentro, pero simplemente creo que en ese debate, en la actualidad, las dos posiciones están tan asentadas que parece que no hay posibilidad siquiera de dialogar, y cuando ya se da de antemano ese rechazo no hay ninguna salida constructiva que sea posible, y eso es algo que me entristece. No creo que todas las personas que se han mostrado reacias con la ley trans sean necesariamente personas tránsfobas; creo que sí que hay una posibilidad de rehabilitación y creo que tiene que haber una posibilidad de diálogo”.
Un ejemplo es el debate sobre el uso de los baños por personas trans que en realidad esconde una falsa polémica, ya que, como explica Elizabeth, “si se recibe algún tipo de discriminación cuando se va a un baño concreto, si hay gente que piensa que no hay legitimidad para entrar en ese baño, no se debe a lo que ponga en el DNI, sino a la percepción que las personas que entran a ese baño van a tener de ti; aquí se aplica lo que digo en el ensayo del género como una cosa relacional. Muchas mujeres ‘butch’, al ir a baños femeninos, se ven acosadas o excluidas por tener una apariencia masculina, por parecer hombres, suscitando así la consideración de que, en consecuencia, no deberían estar en esos servicios. Pero ellas legalmente y desde su nacimiento han sido consideradas mujeres: esto es un hecho que pone de relieve que, más allá de las consideraciones jurídicas, el género opera en muchos casos como un sistema relacional, perceptivo, de cómo vemos al otro, y es a través de eso cómo podemos entenderlo: legisle lo que legisle una ley sobre el tema de los cuartos de baño y si una persona trans tiene derecho o no a acceder a un cuarto de baño específico, lo que va a funcionar en la realidad no es lo que la ley dicte, sino simplemente cómo el resto de personas lo perciban”.
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