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a centenaria historia de la fonografía mundial está jaspeada de discos del más diverso pelaje: normales, en directo, grabados en lugares extraños –como aquel concierto que registró Katie Melua bajo el mar, en el fondo de una plataforma de perforación–, de homenaje, álbumes que documentan para la posteridad algún destacado acontecimiento… El que grabaron en 2015 Estrella Morente y Rafael Riqueni, y que este 2024 se ha publicado en formato físico –a finales de 2023 salió en versión digital– encaja en varias de las categorías: es muchas cosas a la vez. Se trata de un disco en directo, grabado en un desusado escenario (varios módulos de la prisión Sevilla I), pero, a la vez, de un documento. Y también es un homenaje a dos leyendas del flamenco como La Niña de los Peines (1890-1969), cantaora, y Niño Ricardo (1904-1972), guitarrista. Conjunto de singularidades que, con el añadido de la portentosa voz de Estrella Morente y el fabuloso toque de Rafael Riqueni, hacen de “Estrella & Rafael” (Discos Probeticos-OCO-Universal, 2024), que ese es su título, una obra diferente y muy especial.
En julio de 2015, el eminente guitarrista Rafael Riqueni ingresó en el Centro Penitenciario Sevilla I, en la carretera de Torreblanca a Mairena de Alcor, para cumplir una condena de catorce meses por una agresión cometida, al parecer, en plena crisis del trastorno bipolar que padece. Nacido en la ciudad hispalense en 1962, es uno de los más apreciados instrumentistas del género flamenco. En noviembre de aquel aciago 2015 obtuvo el tercer grado. Entremedias, recibió varias visitas de Estrella Morente, con quien le une una relación, más que amistosa, familiar. En distintos momentos de esta entrevista se refiere a ella como “mi sobrina”.
Cuando Rafael fue encarcelado, Estrella, hija de su compinche Enrique, sintió la necesidad de ir a visitarlo en diferentes fechas. “Al dirigirme al maestro allí, no pensamos en un disco ni en nada. Solo hay un cariño y una devoción hacia él. Me centré en moverlo todo para poder estar allí y verlo. Estuvimos juntos varias veces. Él cogía la guitarra un rato, y ese rato era un oasis. No sabíamos adónde nos llevaría. No pretendíamos nada, era juntarnos y recordar a los maestros”, evoca Estrella. “Le tengo que agradecer a Estrella que se volcó. Si tu padre hubiera estado vivo, habría hecho lo mismo”, dice Riqueni al borde de las lágrimas. Estrella, emocionada, posa su mano sobre la del maestro. “Nunca lo habíamos hablado…”.
De esas visitas surgió la idea de ofrecer cuatro recitales en otros tantos módulos del centro con los reclusos como espectadores. Meses antes, Estrella y Rafael ya habían mostrado interés en rescatar a los dos clásicos del flamenco. “Desde el primer momento que fui a casa de Estrella en Málaga”, dice Riqueni, “coincidimos ambos en que queríamos hacer un tributo a nuestros maestros, tanto a La Niña de los Peines como a Niño Ricardo, que a ella por el cante y a mí por la guitarra nos traen locos. Desde la admiración más profunda”. Apostilla ella: “Surgió cantando y tocando en casa después de comernos unos fideos”.
De modo que la cantaora se enfrascó en los trámites necesarios para llevar a buen término el proyecto, que tiene, por un lado, ese cariz de reconocimiento a aquellos pioneros del género. En ningún caso Estrella quiere hablar de “reivindicación” de sus figuras. “Es una evocación, un recuerdo, un relato, un documento. Si me apuras, es didáctico para futuras generaciones, con toda la humildad del mundo. No queremos ser los que mejor cantan o tocan; lo hemos hecho desde la admiración y el cariño. No es necesario rescatar a Pastora, La Niña de los Peines, la mejor cantaora de todos los tiempos, ni a Niño Ricardo. No es necesaria la reivindicación, pero si Rafael Riqueni toca por Niño Ricardo, está recordando su trabajo desde el corazón, desde la verdad y el arte. Es gente que marcó mucho, y que forman parte de la época dorada del flamenco. Para nosotros tienen algo de mesiánico”.
Riqueni interviene para discrepar sutilmente: “La Niña de los Peines está reconocida, pero no así Niño Ricardo. El hecho de que tenga un monumento enfrente del teatro de la Maestranza al lado de Mozart, para mí no es suficiente. Es necesario que todos los guitarristas flamencos terminen de ver la importancia del Niño Ricardo ahí”. Para Estrella, “este disco tiene muchas lecturas. Entre otras cosas, es un homenaje a la guitarra. Pienso que tiene una relevancia mayor para los guitarristas flamencos. En él, es tan relevante el cante como la guitarra. El trabajo de Rafael no lo ha hecho nadie en la historia del flamenco. Nadie le ha hecho ese homenaje a un grande”.
“Estrella & Rafael” no es el primer disco que se graba en una cárcel. Johnny Cash, varios bluesmen e incluso Eric Burdon, por citar solo algunos, lo hicieron antes. En el caso que nos ocupa, sirvió en gran medida para aliviar la situación de Riqueni, por entonces privado de libertad. “Fue un acto de generosidad por parte de Estrella”, agradece el guitarrista. “Gracias a Enrique, que me quería y yo a él, caí de pie en esa familia donde se me ha protegido mucho”. Y añade: “A mí me dan el tercer grado por Estrella Morente, por haber estado allí”.
Estrella admite que “fueron días muy intensos”, y una experiencia sanadora tanto para Riqueni como para ella: “La música nos sirvió de flotador, de salvavidas para el alma, no solo por dónde nos encontrábamos, sino porque los dos teníamos la necesidad de refugiarnos en ese halo mágico que tienen los grandes maestros, que te envuelven. Se te olvida hasta donde estás. Yo también tenía esa necesidad. Hacía solo cinco años que había pasado lo de mi padre, seguía sumida en una debacle emocional, no me permitía el lujo de parar y bajarme de un escenario… Estaba paralizada, maniatada, artística y emocionalmente. Coincidió con ese momento malo del maestro”. “Este disco”, apunta Riqueni, “recoge lo más ejemplar de la Niña de los Peines y Niño Ricardo, pero hecho ahora”. Completa la frase Estrella: “Y pasando por los suburbios. Es un disco que resplandece como la luz a partir de algo que viene de los más hondo de los infiernos”.
El resultado, a su juicio, “te puede gustar más o menos, pero es un trabajo hecho con verdad”. El caso es que aquellas grabaciones se hicieron sin otro ánimo que el de tener una reminiscencia de tan memorables días. Han debido pasar casi nueve años hasta que han visto la luz. “Lo bueno se hace esperar, dicen, ¿no?”, bromea ella. Las vicisitudes acaecidas en ese tiempo añaden misticismo a este trabajo.
Para empezar, los temas se grabaron con medios escasos, pues no fue posible emplear otros más sofisticados en el recinto penitenciario. “Lo que yo puedo meter allí es muy limitado”, confirma Estrella. “Lo que podíamos organizar para darles a los compañeros una tarde divertida, de música, para que escucharan algo diferente, tenía su complicación. Se lo comenté a Chirli, que era el técnico de mi padre: ‘¿Qué se te ocurre para poder grabar algo allí in situ a modo de recuerdo?’. Tuvo su proceso, como todo en la vida”.
Por si fuera poco, “Estrella & Rafael” podría verse también como un tratado de técnicas de grabación digno de estudio. Mientras hoy en día se busca la perfección en el sonido, el de este disco es deliberadamente imperfecto; suena como si lo hubiera registrado la propia Niña de los Peines en la década de 1940, lo que si bien va en detrimento de la calidad, aporta un indiscutible encanto.
Confiesa la cantaora que pasó más de un año sin escuchar el material. Tras dedicarle la debida atención, pensó: “Esto hay que sacarlo”. Llamó al productor Fernando Vacas y, a continuación, a El Negri. “Tengo muy claro que ese sonido pertenece a una época”, continúa Estrella. “Y me interesaba que sonase lo más parecido posible a lo antiguo. El transformarlo en sonido de pizarra era irme al alma de lo que quería contar. Fernando y Negri nos ayudaron a seleccionar el material de los cuatro conciertos. Me meto con Fernando en un estudio y es cuando realmente encontramos, después de hacer varias pruebas con varias máquinas, ese sonido. Llamo al maestro: ‘Tengo esto. Escúchalo a ver qué te parece’. Creía que iba a decir: ‘Estrella, esto es muy romántico, pero guárdalo en un cajón’. En vez de eso, me dijo: ‘Sácalo en cuanto puedas’. Surgió con esa verdad y esa sinceridad. Y esa búsqueda loca hacia ese no sé qué que nos mueve a los artistas. En ese sentido, el disco es una diablura, una travesura morentiana”.
En el largo intervalo, Estrella Morente y el ya libre Rafael Riqueni actuaron juntos en varias ocasiones con similar repertorio. En 2016 se presentaron en el Teatro Bretón de Logroño; un año después, comparecieron en el Festival Flamenco Al Gurugú, en Arahal (Sevilla). Pisaron escenarios de Cuenca, San Sebastián de los Reyes (Madrid)… En octubre de 2020 pusieron broche final a la XXI Bienal de Flamenco de Sevilla, en un recital que el crítico del ‘Diario de Sevilla’ describió como “una caricia para el corazón”.
Las primeras noticias de que tenían entre manos un disco grabado en prisión datan de 2017. En junio de ese año, la agencia ‘EFE’ difundía que su lanzamiento era inminente: “El guitarrista sevillano Rafael Riqueni y la cantaora granadina Estrella Morente sacarán al mercado en los próximos meses el primer disco que homenajeará a Pastora María Pavón Cruz, La Niña de los Peines, un trabajo grabado en la prisión Sevilla 1 durante el internamiento de Riqueni en 2015”. Se informaba, además, de que el disco estaba “terminado y editado”. Pero todavía faltaba mucho para que la grabación pudiera llegar a oídos de los aficionados. Hasta que el promotor musical Pino Sagliocco, presidente de Live Nation en España, no tuvo conocimiento de su existencia no se precipitó su publicación, que se ha materializado gracias a la colaboración del sello fundado por Enrique Morente, Discos Probeticos, la compañía de Sagliocco, OCO Records, y Universal Music.
“Tengo la sensación de estar ante un trabajo firme, un trabajo de mucho peso. De respeto a las tradiciones. Te dediques a lo que te dediques, debes basarte en los clásicos, en los maestros”, asevera Estrella. Un trabajo que ha hecho felices a sus artífices, al público que los admira y, también, a los reclusos que aquellos días de 2015 presenciaron las actuaciones. En este punto, Riqueni, olvidándose una vez más del periodista, le dice a Estrella: “El que era mi compañero de ‘chabolo’ me dijo que nos han recordado mucho, mucho. Yo me he comprometido a ir otro día”. Y ella responde: “Pues yo voy contigo”. ∎
Si “Estrella & Rafael” destila autenticidad en su sonido vintage es gracias, sobre todo, a la labor de sus productores, Fernando Vacas y El Negri. Vacas recuerda cómo, antes incluso de grabar el disco, Estrella Morente le mostró su interés por las características de las grabaciones de La Niña de los Peines de hace 80 años. “Llevaba mucho tiempo hablando del sonido de los discos antiguos de pizarra, incluso de los tubos de cera (se refiere al primer soporte fonográfico). Me dijo que iba a grabar algo con Riqueni en la cárcel y que quería que lo produjera”.
En lo que respecta a la grabación en sí, Estrella se encargó de todo. “Eso ella lo hace a su bola. Es una valiente de la vida”, señala el productor. Posteriormente, la cantaora se puso de nuevo en contacto con él para contarle que había grabado los cuatro conciertos de Sevilla 1. “Le pregunté: ‘Estrella, ¿qué queremos? ¿Queremos el sonido de un recital flamenco, queremos llevarlo al sonido antiguo de La Niña de los Peines, el directo en San Quintín de Johnny Cash?’. Llamó al Negri, y entre los tres estuvimos dando vueltas para hacer un tratado filosófico de lo que es ese sonido antiguo que a nosotros nos gusta mucho”.
Puede que alguien piense que lo único que se ha hecho ha sido seleccionar algún preset de un programa digital con ese efecto retro. No es así. “Hicimos muchas pruebas, pero todas con magnetófonos antiguos y ecualizadores de los años cincuenta, ‘reverbs’ hechos a mano… El papel de Pedro Cantudo, ingeniero, que tiene un estudio en Jaén, fue fundamental: atesora aparatos muy antiguos. Al final dimos con la pócima mágica. Para que sonase natural –estábamos simulando con aparatos de verdad un sonido antiguo, en el que se ha ido basando el flamenco desde los años cuarenta–, lanzábamos el sonido hacia fuera y lo recogíamos con micros y reverberadores antiguos que daban la sensación de los ecos de aquella época”.
Y añade: “Los magnetófonos antiguos tienen compresión natural porque trabajan con cintas, y un pelín de retardo, además de que van a válvulas, por lo que ese sonido sucio realmente proviene de las compresiones naturales que salen de esos aparatos. Sabíamos que a los oídos normales de una persona que esté escuchando esa música por el iPhone les va a parecer extraño, pero hemos tratado de conseguir que se pudiera escuchar en cualquier tipo de reproductor”. El ruido ambiente de los inusuales espectadores, los presos del centro penitenciario, debía quedar patente en la mezcla. “Lo hemos respetado mucho. Aún no sé el porqué, pero el resultado es muy auténtico”. ∎
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