Hudson no aportó partituras ni ostenta créditos de composición en la discografía de The Band, era Robbie Robertson quien mandaba en dicho negociado, pero su versátil aportación con los teclados –era un maestro del órgano Lowrey, también tocaba el piano, el clavicordio eléctrico, el acordeón y la melódica, así como los saxos tenor y soprano– se convirtió en seña de identidad de un grupo superlativo en el que todos sus integrantes se movían en el territorio de la excelencia. Sí podemos encontrar su firma en pentagramas para el cine, ya que aportó su creatividad a las bandas sonoras que su compañero Robbie Robertson produjo para Martin Scorsese, como “Toro salvaje” (1980) o “El rey de la comedia” (1983). Además, trabajó como músico de sesión para Van Morrison, Emmylou Harris o Leonard Cohen y, ya en este siglo, tras la segunda vida de The Band en los ochenta y noventa sin Robertson, publicó obras a su nombre –
“The Sea To The North” (2001)– e impulsó trabajos de homenaje a The Band como
“Garth Hudson Presents: A Canadian Celebration Of The Band” (2011). Por el camino, aportaciones como
sesionero de lujo en discos de Neko Case, Secret Machines, Teddy Thompson o The Sadies, mientras recibía muchos premios del gremio y el reconocimiento unánime como precursor de un lenguaje sónico que ha alimentado a músicos de varias generaciones y, muy probablemente, continuará haciéndolo. ∎