Guerrilla irlandesa.
Guerrilla irlandesa.

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KNEECAP

La rebelión anfetamínica de unos cabrones fenianos contra el imperialismo británico

Fotos: Peadar Ó Goill

18.03.2025
2024 fue indiscutiblemente el año de este trío de colegas del oeste de Belfast, y aquí tenemos a Mo Chara, uno de sus dos MCs, para contárnoslo. Después de varios años de enérgica ascendencia en la escena musical irlandesa –radicada en el gradual espolvoreado de cortes hiphoperos cargadísimos de energía, ingenio y mordacidad–, el grupo editó su álbum “Fine Art”, que lo situó de lleno en el circuito internacional, y estrenó un rocambolesco filme homónimo donde, interpretándose a sí mismos, recurren a la ficción para explicar la génesis de su proyecto musical. La lengua irlandesa, las drogas, unas humeadas mesas de mezclas, una deriva inevitable hacia la política y un pasado marcado por la violencia intercomunal son algunos de los elementos clave de un singular universo que sorprende por su capacidad de parecer increíble y auténtico a partes iguales. El 8 de junio actuarán en el Primavera a la Ciutat (Primavera Sound).

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Cualquiera que escuche por primera vez las canciones KNEECAP –o, mejor aún, que vea la película “KNEECAP” (Rich Peppiatt, 2024)– será sacudido, muy posiblemente, por una abrumadora ola de intriga o incluso desorientación. Estas son las expresiones sin filtro de una cultura particular, de una comunidad concreta, con su retahíla de palabros, referencias, temáticas, bromas y presupuestos, empezando por el mismo nombre de la banda, procedente de la práctica del kneecaping, o la acción de disparar a las rodillas de un enemigo para torturarlo o inmovilizarlo, tan tristemente extendida durante la época sombría del conflicto norirlandés, un nombre que, por otro lado, les ha brindado alguna que otra polémica.

Y sin embargo, a pesar de estas especificidades autóctonas, hay algo paradigmático e irresistible en su mensaje, en su actitud. “Tanto la música como el filme tienen como público principal la gente de nuestro entorno, la gente de Belfast”, explica Mo Chara, una de las voces del trío que completan Móglaí Bap y DJ Próvaí. Admite que habría sido fácil producir cosas más “accesibles” para personas de otros sitios, incluyendo la utilización de un vocabulario más “genérico”. “Pero nos pareció crucial preservar el coloquialismo de nuestra ciudad, y al fin y al cabo, también vimos claramente que la historia del idioma irlandés es, de hecho, una historia internacional”. O, dicho de otro modo, “es la historia de los lenguajes oprimidos y las culturas que intentan sobrevivir ante los colonialismos y otras putadas similares”. Es decir, la autenticidad siempre ha sido una de las piedras angulares de la banda, y especialmente del proyecto cinematográfico, una decisión que rindió sus frutos: “Hemos recibido infinidad de mensajes de gente de otras partes del mundo que conectó con la película, incluso sin tener la más mínima idea de la historia de Irlanda”, nos asegura Mo, cuyo alias significa, en irlandés, “mi colega”.

En la pintoresca música de KNEECAP, que pueden escuchar en el álbum “Fine Art” (Heavenly-[PIAS] Ibero América, 2024), donde prima la sátira, se dan encuentro el jocoso desenfado fiestero de los primeros Beastie Boys –con amplias referencias a las drogas y el sexo– y una crítica cultural digna de Fanon, en contra de la opresión británica y a favor de la reivindicación cultural e idiomática de la identidad irlandesa. Hace poco, en noviembre, el grupo ganó un juicio contra el gobierno británico, que le había retirado una subvención para las artes de 14.250 libras, aludiendo a que su música generaba “tensiones sociales”. Debido a esta peripecia y a otras declaraciones o acciones polémicas –por ejemplo, la inauguración de un mural con su nombre que mostraba un furgón en llamas del Servicio de Policía de Irlanda del Norte– quizá hayan acabado convirtiéndose en una especie de “activistas” reticentes. Pero Mo Chara rechaza semejante idea riéndose entre dientes: “No, lo nuestro sigue siendo, fundamentalmente, una plataforma musical-satírica”. El grupo actuará el 8 de junio en Barcelona, dentro del ciclo Primavera a la Ciutat del festival Primavera Sound.

“Better Way To Live” (con Grian Chatten, de Fontaines D.C.). Vídeo dirigido por Peadar Ó Goill.

Supongo, sin embargo, que el espíritu del activismo es hasta cierto punto indisociable de una música tan claramente política como la vuestra, ¿no?

La cuestión es que nosotros crecimos y vivimos en el oeste de Belfast, un sitio que por desgracia sigue estando bajo ocupación británica, y resulta que utilizamos un lenguaje que en otras épocas llegó a correr un peligro de extinción real. Un peligro que fue creado, impuesto, que no era natural. Recordemos que la infame hambruna de mediados de siglo XIX fue un fenómeno que alcanzó proporciones dantescas debido, en gran parte, a la gestión de los británicos. Es decir, el mero hecho de que sigamos utilizando este idioma es, por defecto, algo político. No es que yo salga de casa cada día con la intención de hacer cosas políticas, pero mi realidad cotidiana, el hecho de hablar este idioma en este territorio que llaman el “Reino Unido”, es de por sí un acto político. Esto es así, nos guste o no, incluso cuando simplemente nos apetecería hacer música. Pero, más allá de nuestra realidad inmediata, muchas veces resulta imposible callar. Lo digo con toda la sinceridad: nos encantaría no tener que hablar de Palestina, pero ¿cómo no hacerlo, vistas las calamidades que siguen sucediendo ahí? Ojalá no tuviéramos que mencionarlo, pero mientras siga la injusticia en el mundo vamos a tener seguir insistiendo, hasta el fin de nuestras vidas si es necesario.

Parece que en Gran Bretaña hay ciertos sectores bastante alarmistas, o sin demasiado sentido del humor, incluso. ¿Cuál dirías que es la idea más equívoca sobre la banda que ha circulado en la esfera pública?

El malentendido que más nos ha perturbado a lo largo de todos estos años es la idea de que somos una banda sectaria que celebra o promociona la violencia que caracterizó la época más dura del conflicto. Desde luego de vez en cuando hacemos referencia a ese pasado, pero es a través de la sátira. Queremos exorcizar todo este trauma a través del humor, es nuestra forma de intentar conectar a la gente, de romper esas barreras divisorias que han estado ahí tantísimo tiempo, esos temas de conversación que durante tanto tiempo fueron tabú. Por ejemplo, tenemos la canción “Fenian Cunts” (feniano es un término derogatorio para referirse a irlandeses republicanos católicos), donde hablamos chistosamente de mantener relaciones con una chica protestante… En nuestras entrevistas siempre insistimos, más que nada, en el concepto de la solidaridad de la clase proletaria. En el fondo tenemos más en común con mucha gente de familias obreras protestantes o loyalist (que promueven la unión con Gran Bretaña) que con los ricos de Dublín. Nuestra realidad es la de la guerra de clases, no una guerra “sectaria” como solían llamarlo, una ocurrencia del imperialismo británico. Yo creo en una Irlanda unida, pero creo en una Irlanda unida que sea para todos, no solo para los irlandeses. Y creo, además, que el gobierno británico no está al servicio de la gente protestante del norte de Irlanda. Nunca se ha preocupado realmente por ellos. Llevan ya 800 años… han tenido múltiples oportunidades para demostrar lo contrario. En resumen, la acusación de que odiamos a los ingleses es absurda. La gente de Liverpool, de Mánchester, son iguales que nosotros. Pero, bueno, es difícil cambiar la opinión de personas que dicen ese tipo de tonterías, gente de mentalidad cerrada. ¡Y mira que no somos más que una pequeña banda divertida apta para un público familiar! (risas).


“Creo que el gobierno británico no está al servicio de la gente protestante del norte de Irlanda. Nunca se ha preocupado realmente por ellos. En resumen, la acusación de que odiamos a los ingleses es absurda. La gente de Liverpool, de Mánchester, son iguales que nosotros. Pero, bueno, es difícil cambiar la opinión de gente de mentalidad cerrada”

Mo Chara



También en el norte de Irlanda hay gente cuadriculada, de ideales políticos un tanto anacrónicos, como los Republicanos Radicales Contra las Drogas que aparecen en la película… Recuerdan mucho al Frente Popular de Judea de la película “La vida de Brian”…

Exacto, ese es precisamente el tipo de crítica satírica que intentábamos transmitir con esa entidad, que es una versión chistosa de una organización real, la Acción Republicana Contra las Drogas. Creo que fue Brendan Behan, el famoso poeta irlandés, quien dijo que “si metes a un puñado de irlandeses en una habitación, lo primero que harán será dividirse”.

¿Debemos entender que, más allá de la broma, sigue existiendo ese tipo de gente?

Como decías, son anacronismos andantes que no quieren evolucionar. Ya sea de forma organizada, como la New Irish Republican Army, o individual, todavía hay reductos de otra época que creen que la vía a seguir es ir por ahí alborotando, extorsionando, amedrentando, tomándose la justicia por su mano, etc. No quieren entender que el contexto sociopolítico ha cambiado. Honestamente, no creo que realmente se crean las cosas que dicen. Lo más probable es que estén viviendo en una especie de autoengaño, una filosofía desfasada. Hoy día no puedes ir por ahí diciéndoles a chavales que les vas a dar una paliza porque consumen drogas o cantan sobre drogas, porque eso no es patriótico. Dudo que se crean de verdad su discurso.

 Mo Chara, Móglaí Bap y DJ Próvaí (detrás).
Mo Chara, Móglaí Bap y DJ Próvaí (detrás).


Hablando de la vieja guardia, en la película aparece un personaje ficticio, el padre militante del IRA de Móglaí Bap, interpretado por Michael Fassbender. ¿Dirías que representa simbólicamente la presión que ejerce la generación anterior sobre vosotros?

Ese personaje, Arlo, desde luego es la personificación de la generación de nuestros padres y de parte de la sociedad que se ha quedado anclada en “cómo solían ser las cosas”, en cómo solía ser la “lucha”, mientras que nosotros representamos una generación cuya guerra es cultural en vez de violenta. Pero “presión” me parece un término demasiado exagerado. Tenemos muy en cuenta nuestro pasado reciente, y respeto enormemente los sacrificios de nuestros padres y abuelos. Me siento agradecido de tener una vida más o menos tranquila, de poder hacer lo que quiero, salir de casa sin miedo a que nadie me lastime físicamente. Podemos cantar en nuestro idioma en parte gracias a esos esfuerzos. Pero no hay ninguna presión. Sí, vivimos en una sociedad que es predominantemente angloparlante, razón por la cual combinamos también ambas lenguas, a veces de forma inconsciente. Y si bien siguen habiendo problemas, es importante reconocer y apreciar el privilegio de poder vivir en una ciudad en la cual ya no hay guerra en las calles.

Me resultó curioso que Gerry Adams, claro símbolo de esa antigua generación, sea fan vuestro, y que incluso haga un cameo en la película, cuando estáis colocados de ketamina y su cabeza suplanta a la de Móglaí Bap…

Quizá a la gente de fuera les parezca extraño, pero si creciste en el oeste de Belfast lo más probable es que te toparas con Gerry en repetidas ocasiones… Yo recuerdo haber charlado con él por la calle cuando iba a la escuela. Supongo que parece un tipo muy serio, pero no es así. Y no obstante nos sorprendió que accediera a salir en la peli. Hay gente que se creyó que estaba generado por IA. De todos modos, entre el público norteamericano creo que la gran mayoría de gente ni se enteró de quién era realmente. Debieron pensar que era un viejo random, aunque probablemente les hizo gracia. Ahí se ríen de cualquier mierda…


“Mi experiencia urbana en Belfast está mucho más cercana a la multiculturalidad, y creo que eso es algo que muchos irlandeses-estadounidenses ni siquiera se plantean, porque muchos de ellos tienden al conservadurismo o la derecha y, bueno, al racismo: critican la inmigración. En cambio, la mayoría de los irlandeses de mi entorno en Belfast son bastante izquierdistas”

Mo Chara



En Estados Unidos la comunidad irlandesa se muestra muy orgullosa de sus raíces, pero, por lo que dices, no parece que realmente tengan demasiada idea sobre Irlanda…

Muchos de los irlandeses-estadounidenses, incluso la mayor parte, tienen una percepción muy distorsionada de lo que es Irlanda. Se imaginan que todos vivimos en los campos y nos pasamos la vida tocando el violín y danzando alrededor de cuencos de estofado. Esta no es la realidad irlandesa, claro, por celestial que suene. Mi experiencia urbana en Belfast está mucho más cercana a la multiculturalidad, y creo que eso es algo que muchos irlandeses-estadounidenses ni siquiera se plantean, porque muchos de ellos tienden al conservadurismo o la derecha y, bueno, al racismo: critican la inmigración. En cambio, la mayoría de los irlandeses de mi entorno en Belfast son bastante izquierdistas, celebran la variedad de culturas, y la idea de que Irlanda es un país para todos. Y me parece triste lo que sucede en Estados Unidos, porque evidentemente cuando los irlandeses emigraron a Norteamérica fueron víctimas de desprecio y escarnio, igual que en muchas pensiones de Londres colgaban letreros de “No se admiten irlandeses, negros o perros”. Es una ironía que cualquier irlandés, esté donde esté, se dedique a oprimir a los marginalizados. Revela la cortísima memoria que tienen muchos.

Desde luego a muchos de los que no vivimos en Irlanda lo primero que nos viene a la mente cuando pensamos en música irlandesa son bandas de folk tradicional rebelde, cosas tipo los Wolfe Tones. Pero bien pensado, sorprende que el hip hop no medrara antes ahí, dado que muchas de esas composiciones contienen temáticas y mensajes políticos y de protesta.

A mi modo de ver, la narración de historias o el storytelling es un componente esencial de la cultura irlandesa, a menudo en armonía con otros elementos cruciales como el lenguaje o la música y quizá los deportes. Es decir, para los irlandeses no hay nada más orgánico que el relato unido a la música, y nosotros teníamos una historia que contar. Nadie discutirá que el hip hop, la música de nuestra adolescencia, es un canal estupendo para la voluntad de storytelling de una comunidad que quizá no ha sido escuchada lo suficientemente. Sí, es de origen estadounidense, pero nosotros tenemos la impresión de que en su esencia el hip hop también es algo irlandés, en especial su vertiente más politizada, el acto de arremeter contra las autoridades a través de la música. Y si preguntas por qué creo que no floreció antes, o de forma más contundente… la realidad es que no solo somos víctimas del imperialismo cultural británico, sino también del estadounidense. Durante mucho tiempo nos cegaron ciertas vertientes mainstream del hip hop, nos empeñamos en solo querer emular la dicción, el estilo, el acento, la estética de ir por ahí con las gorras mal puestas y temáticas como tiroteos de bandas callejeras, o esa obsesión por la pasta o la fama… Es decir, una serie de cosas que no tenían nada que ver con nosotros. Fue necesario someternos a un ejercicio de introspección y reivindicar las bases del rap, limpiarlas de toda esa parafernalia. Para nosotros una banda importantísima en este respecto fueron los Rubberbandits, de Limerick. Hace quince años o así empezaron a utilizar herramientas de hip hop para elucubrar chorradas divertidas, un humor genuinamente irlandés… Tenían una canción donde afirmaban que un caballo siempre será superior a un coche, o que alguien tiene un galgo cuyo pene es objeto de envidia entre los vecinos. Cosas con las que sí conectamos (risas).

Combat rock.
Combat rock.


En vuestra película también hay elevadísimas dosis de humor. ¿Cómo fue el proceso de decidir qué cosas verdaderas de vuestra historia entrarían en la cinta y cuáles serían pura invención?

Ya llevamos bastantes años con el grupo en marcha, hemos vivido un sinfín de movidas, así que hay bastantes escenas posibles que no pudieron tener cabida, incluyendo varias anécdotas reales que la gente no se creería. Fue un proceso de selección complicado, pero básicamente nos guiamos por la siguiente idea: la acción transcurriría en una burbuja ficticia de lo que es KNEECAP, o de lo que representa. Y esta decisión fue, de hecho, algo extrañamente liberador, como si nos quitáramos un peso de encima. Nos permitió pasárnoslo bien, ir a lo loco y hacer algo ameno, divertido. Lo único importante era mantener un sentimiento auténtico, nuestra verdad. Que se cuente la historia de KNEECAP, de nuestra lengua. La verdad no siempre en cuanto a los hechos que acontecen, pero sí en el significado de lo que se cuenta, en las sensaciones. No queríamos quedarnos ahogados en la trampa habitual de los biopic u otras pelis “basadas en hechos reales”, y todas esas discusiones que se montan luego sobre si la peli es tan verdadera o tan falsa, el tener que llegar a compromisos… La gente ya se creerá lo que quiera creerse, pero lo importante es que se lo pasen bien. Que piensen por sí mismos sin que tengamos que llevarlos cogidos de la manita. ∎

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