En la trinchera emocional.
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Lisabö

“Nadie reivindica la humildad”

Fotos: Juan G. Andrés

28.11.2023

El próximo viernes, 1 de diciembre, se publica “Lorategi izoztuan hezur huts bilakatu arte”, disco que supone el regreso de la banda de Irún. Fieles a su concepción del post-hardcore y a esa dualidad tan suya entre lo abrasivo y lo sutilmente sensible, proponen –probablemente sin pretenderlo– ese puñetazo en la mesa que a estas alturas ha dejado de ser necesario para devenir en esencial. Cuando eres tan bueno en lo que haces el resto suele importar bastante poco, pero en Lisabö todo  –absolutamente todo– forma parte del viaje. Y los detalles son muy importantes.

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harlamos en Hondarribia con el guitarrista y cantante Karlos “Txap” Osinaga –un clásico de la escena underground vasca y miembro fundador de Lisabö– y con Martxel Mariskal, letrista de la banda desde hace dos décadas. Y comenzamos hablando de una fecha, 1 de diciembre, aniversario de la muerte de Mikel Laboa, que va camino de convertirse en algo icónico, casi parte de la “marca Lisabö”. Coincide con la fecha de publicación del disco anterior – “Eta edertasunaren lorratzetan biluztu ginen (Bidehuts, 2018)– y con el anuncio en 2022 de que estaban grabando este LP que ahora aparece, “Lorategi izoztuan hezur huts bilakatu arte”, y que van a estar presentando en directo este mes en Tolosa (2), Biarritz (15), Pamplona (27) y Bilbao (28). El próximo enero tocarán en San Sebastián (13) y Vitoria-Gasteiz (18), mientras que en febrero pasarán por Valencia (23) y en marzo actuarán en Barcelona (16).

También es una fecha muy cercana a la celebración de la Azoka de Durango, un evento importantísimo para todo lo relacionado con la cultura vasca. Karlos tiene sus dudas: “No sé hasta qué punto es abusar de esa fecha; se trata de evitar que se convierta en algo manido. Es premeditada, evidentemente, por coincidir con el aniversario del fallecimiento de Mikel Laboa. Es un símbolo, la primera vez tuvo mucho significado porque siempre nos hemos sentido muy queridos por Mikel y por su familia, muy unidos a ellos, y somos muy admiradores. Era una pequeña forma de tributo. El ‘Txinaurriak’ (se refiere a “Txinaurriak. Mikel Laboari ikasitako kantuak”, disco homenaje a sus canciones, publicado por Bidehuts en 2010) también lo hicimos el 1 de diciembre, y creo que alguna cosa más. Pero no pensábamos que este disco fuera a salir ahora. Cuando el año pasado anunciamos que estábamos grabando, la idea era que se publicara la pasada primavera. Luego las cosas se retrasaron y de nuevo apareció como una buena opción. De todas formas, no queremos acaparar ese amor a Laboa, a su obra y trascendencia, no va por ahí. El otro día me decía una amiga: ‘No seas tan humilde que no eres tan importante’ (llegado a este punto, se ríe). Sería mejor si pasara más desapercibido”.

“Eta edertasunaren lorratzetan biluztu ginen” se grabó en el local de ensayo, pero en esta ocasión se ha optado por otra vía, con paradas en estudios de Irún, Andoain, Bilbao y Tolosa. “Lo hemos hecho para aparentar que tenemos mucho dinero y que se trata de una producción muy compleja”, dice Txap entre risas. “Lo cierto es que el anterior se grabó en el local porque quisimos experimentar si se podía hacer así. También debido a la inmediatez que rodeó a su publicación, casi de la noche a la mañana y sin anuncios previos… Hacía falta un poco de discreción. Como bien nos enseñó Fermin Muguruza, el secretismo nació en Irún. Al final cada disco tiene que ver con su propia esencia”.

Eneko Aranzasti, Martxel Mariskal, Xabi Zabala, Sergio González, Borja Toval, Javier Manterola y Karlos Osinaga.
Eneko Aranzasti, Martxel Mariskal, Xabi Zabala, Sergio González, Borja Toval, Javier Manterola y Karlos Osinaga.

Hermanos carnales

La traducción al castellano de los títulos de estos dos últimos discos ofrece, juntándolos, una frase muy llamativa: “Y tras el rastro de la belleza nos desnudamos hasta transformarnos en mero hueso en el jardín helado”. Empieza de una forma, no diría optimista, quizá esperanzada, pero termina con una imagen más desoladora, haciendo honor a ese contraste que siempre está presente en Lisabö. También da muchas pistas en el sentido de que estamos ante dos discos relacionados: “Después de la gira que siguió a ‘Animalia lotsatuen putzua’en torno a 2013, tuvimos bajas muy importantes en el grupo. Iban lo dejó, Eneko marchó a Alemania, Joseba quedó también al margen… No teníamos la banda completa, Aida tuvo que venir a echar una mano. Pero seguimos haciendo canciones hasta que tuvimos suficientes para hacer un disco doble, idea inmediatamente descartada porque, bueno, ¡un disco doble de Lisabö es infumable! Pensamos en hacer un disco que fueran dos, incluso grabarlos completos, cosa que no ocurrió, y publicarlos de forma separada, con unos nueve meses de diferencia entre ambos. Con ciertos elementos de unión entre ambos como la continuidad en los títulos, una estética de las portadas que fuera complementaria... De manera que al terminar el primero sabrías que va a haber una segunda parte. Pero luego ves que terminar el primero cuesta más de lo previsto, el proceso del segundo se retrasa igualmente. Iban a ser unos pocos meses de diferencia, empezamos a pensar en que fuera al año siguiente, pero tampoco. Llegó la pandemia… y de golpe han pasado cinco años, el plazo normal de Lisabö. El calendario era otro, pero sí, hay continuidad. El disco anterior terminaba con la frase que le da título, el nuevo empieza con ella. Es una frase dividida en dos. A la vez este disco termina con el mismo sonido que empezaba el anterior… son detalles casi ‘escolares’, tampoco pretenden nada trascendente; pequeños guiños que componen una especie de esqueleto que nos ayuda a construir. Premisas que limitan, pero a la vez dirigen. Es cómo intentamos hacer tanto el contenido musical como el lírico, buscando y a la vez encontrando, según la suerte, lo que va sucediendo en cada momento. Más o menos esos serían los parámetros teóricos. Luego llega Martxel y lo arregla todo, porque para mí son sus textos los que traen consigo la canción; sin ellos son, no sé, ideas”.

Martxel Mariskal es el miembro de Lisabö encargado de escribir las letras. No lo verás sobre el escenario, su trabajo está en otra parte. “Hay una tónica general en mis textos para Lisabö”, explica. “Me lleva a crear imágenes, más que una narración lineal, que creen o potencien a través de su música esa sensación de que van a la búsqueda de la belleza, que existe esa querencia, hasta casi tener que asumir que es algo efímero y terminas en el mero hueso. ‘Y tras el rastro de la belleza nos desnudamos hasta transformarnos en mero hueso en el jardín helado’. En esa batalla oscilan la mayoría de las sensaciones, pensamientos, temores y búsquedas del ser humano común, más allá del trajín diario. Nosotros no queremos renegar de esa búsqueda de la belleza, vamos a intentarlo aunque cueste, tratar de llegar a esas pequeñas o grandes cosas que proceden de sensibilidades afines. Y por otro lado está la contrabalanza de toda la mierda que nos rodea”. Para Txap, “igual la frase termina mal, pero en el camino has buscado lo que quieres”. Y para Martxel, “si terminas en hueso es porque has peleado hasta el final por algo, no te has quedado a medias”.


“El disco anterior terminaba con la frase que le da título, el nuevo empieza con ella. Es una frase dividida en dos. A la vez este disco termina con el mismo sonido que empezaba el anterior… son detalles casi ‘escolares’, tampoco pretenden nada trascendente; pequeños guiños que componen una especie de esqueleto”
Karlos Osinaga

Practicando la humildad

Siempre es bueno que dentro de uno se mueva algo, e interesante que la literatura no ofrezca una sola interpretación posible sino una serie de sensaciones que te terminen por llevar precisamente a realizar ese trabajo introspectivo. En las letras de Lisabö hay frases con alto contenido poético, a veces onírico, y de vez en cuando aparece una sentencia directa que te centra. En este álbum hay una que dice: “Nadie reivindica la humildad”. Para Txap, “tal vez la mejor manera de reivindicarla sea practicarla activamente”. A Martxel esas frases –“sentenciosas”– le surgen “de manera natural”. Profundicemos en ello: “Hablas de imágenes. Es así, pero de repente aparecen. Hay ciertas premisas de actitud y de pensamiento que para mí, para nosotros, son innegociables; imagino que son las que lo provocan. La frase que citas tiene mucho que ver con la vanidad. Aparte de los autores más modernos que nos gustan a todos, siempre he leído a los clásicos: Séneca o Marco Aurelio, que en sus ‘Meditaciones’ habla mucho de la vanidad. Etimológicamente viene de lo vano, de lo que no sirve de nada. También en su origen tiene un sentido de caducidad. Al hacer la lectura de qué somos, cómo vivimos, qué conversaciones solemos tener, el ver que supone una tragedia tanto la que sufre un enfermo terminal como la persona que va a una tienda y no encuentra su talla de pantalón… Trabajé en Estados Unidos con personas inmigrantes que habían huido de realidades muy duras. Cuando regresé y escuchaba aquí las típicas conversaciones de bar, no daba crédito. El propio sistema nos lleva a un lugar poco deseable, ese simulacro del que hablaba Baudrillard. Así vivimos”.

La solución a esto no parece sencilla. Para Martxel, “el mero hecho de darte cuenta ya es mucho, igual te lleva a dar algunos pasos. Ayer mi hija, que tiene 5 años, me habló del ‘Black Friday’. A esa edad ya sabe qué es y que es para comprar. Qué sutil es todo. Hay una anécdota de Aita Barandiaran (se refiere a Joxemiel Barandiaran, sacerdote, antropólogo y etnógrafo cuya obra es esencial dentro de la cultura vasca) que me gusta mucho. Se ve que llegó al caserío después del colegio, todo ufano, diciendo a su madre que había sacado la mejor nota de toda la clase. Su madre le contestó: ‘¿Ves ese manzano? Es el que más manzanas da, pero sus ramas –debido al peso que soportan– están muy cerca del suelo y, siendo el mejor, no destaca del resto’. Quizá la conclusión es que tenemos que escuchar más a quienes menos hablan”.

De combustión lenta y segura.
De combustión lenta y segura.

Música y letras

Martxel siempre sigue el mismo proceso para escribir las letras. Primero es la música. Con las primeras maquetas empieza a escribir en un bloc. El proceso de hacer un disco es largo, las músicas evolucionan, hay partes que se quedan en el camino y muchas veces en la historia de Lisabö las letras han sido víctimas de importantes recortes. En esta ocasión, “y aunque Martxel siempre ha sido muy generoso con esas ‘podas’”, afirma Txap, “hemos querido cerrar primero los textos y ajustarnos musicalmente a ellos. El proceso de creación de este disco ha sido largo, y eso tiene sus cosas buenas y malas. En esta ocasión las alteraciones han afectado más a la música que a las letras. Había una intención de respetar más la idea inicial de Martxel; sentíamos que era importante resolver mejor este asunto”.

Leyéndolas, uno se plantea en qué medida habla de él mismo o de lo que ve en los demás. “En primer lugar, intento escapar de la dinámica tú-yo tan habitual en las letras de canciones. Pero lo que más busco es poder referirme a un ‘nosotros’, aunque no esté hablando en primera persona del plural. No quiero que sea un discurso que nazca de mi situación personal, debido a la afección que padezco y que me hace convivir con el dolor desde hace muchos años. Lógicamente eso te marca”. Martxel padece de hiperestesia, una enfermedad neurológica caracterizada por exagerar los estímulos sensoriales, llegando a convertirlos en dolorosamente intolerables. “No quiero que esa realidad mía se traslade. El dolor está presente, pero desde mi búnker o mi pequeña atalaya veo que hay otros dolores y que están muy extendidos. Cada uno tiene su pelea. Me siento y soy parte de un grupo y trato de reflejar también la sensibilidad del resto, que es muy afín a la mía. Intento que las letras sean reflejo de una experiencia común respecto a los tiempos que vivimos. Que esa esperanza, ese seguir creyendo en la belleza, no decaiga. No quiero caer en el victimismo ni en el discurso trágico”.


“Trato de reflejar también la sensibilidad del resto, que es muy afín a la mía. Intento que las letras sean reflejo de una experiencia común respecto a los tiempos que vivimos. Que esa esperanza, ese seguir creyendo en la belleza, no decaiga. No quiero caer en el victimismo ni en el discurso trágico”
Martxel Mariskal

Lo que la canción pida

Lisabö es un grupo amplio. Son seis los que suben al escenario –completan la formación Eneko Aranzasti (batería), Xabi Zabala (bajo), Sergio González (batería), Borja Toval (guitarra) y Javier Manterola (voz y guitarra)– y además está Martxel. Pero todos quienes en el pasado formaron parte del grupo siguen estando, de alguna manera, dentro. Estas cosas suelen complicar el proceso de toma de decisiones. "Somos un grupo asambleario”, dice Txap, “y como toda asamblea, pues tiene sus cosas”, confiesa entre risas. “Intentamos que todo lo que se hace nos agrade a todos. No hay vetos, pero si algo no le gusta a alguien y no se trata de un mero capricho, se descarta. Entre todos hemos entendido lo que debe ser Lisabö y –como en un equipo– la gente aporta al bien común. Desde la propia instrumentación, porque a veces tocar con nosotros es casi como hacerlo en una orquesta, en la que tienes que esperar hasta que llega el momento de meter un detallito. Hay una solidaridad, una generosidad, ese compañerismo de estar a lo que la canción pide, todos a una, porque si una canción pide es porque el discurso debería pedir algo. Todo acaba siendo una aportación a algo en lo que creemos, cada paso que damos. A veces no estamos hábiles, claro, y en otras llegamos a un punto casi T.O.C. en el que el color blanco de una portada no puede ser ese tono de blanco o blanco del todo porque es políticamente importante para nosotros que así sea. Cada cosa que haces sabes que la estás haciendo de verdad, sin hipocresías. Podemos cometer errores y lo hacemos, pero cada paso que se da es consciente y deseado”.

Un viaje orgánico.
Un viaje orgánico.

Persecución implacable

Lisabö hace música abrasiva, invasiva, que se acompaña de una literatura exigente que invita a desentrañarla y que complica mucho el hacer una escucha pasiva o superficial. Me interesa saber qué quiere conseguir la banda y qué cree conseguir. Txap no lo sabe. “Supongo que todos nos lo hemos planteado alguna vez. Sí sé que para mí lo importante es que cuando hago un disco le guste a la gente que tengo más cerca. Lo que pasa es que cualquier cosa que haces… Me suena a discurso manido, pero lo digo con toda la inocencia… Quizá, seguro, que no lo hago por eso sino para satisfacer a ese ego interior que ni siquiera conozco pero que andará por ahí. Haces cosas que no te dicen nada y otras que, de repente, te satisfacen. Y eso me alivia”.

Martxel habla de los conciertos y de “gente muy experimentada, con criterio, que coincide conmigo en una percepción, y es que en Lisabö o entras o no entras. Y si entras de verdad es como un trance, entras con todas las consecuencias y vas a vivir algo que no ocurre a menudo. Creo que en mi manera de escribir, y lo digo sin pretender ponerla por encima de otras, hay también un poco de eso. Si entras, déjate llevar, date una oportunidad de salir un poco de la lógica lingüística más habitual. Tendrás momentos más placenteros, otros menos, igual recoges alguna semilla o sales un poco diferente. Un concierto de Lisabö es una experiencia orgánica, física. Es un viaje lingüístico, mental y emocional, que valoro muchísimo y que comparto con gente que, a lo mejor, no escucha habitualmente el tipo de música que propone Lisabö. Me olvido de mí… y a ver qué ocurre”. Para Txap, “hablar de algo que uno hace es muy difícil. Para entender lo que quiero decir a veces lo tengo que escuchar en boca de otro para pensar que sí, que lo suscribo. Esa sensación de éxtasis, de catarsis… hay conciertos en los que sucede. Me ha pasado, son desdoblamientos emocionales, trascendentales… y no son episodios puntuales. Cuando alguien te dice que ha vivido algo similar, cuando te descubren… Te queda eso, ni te habías dado cuenta”. Para Martxel, “todo parte de algo que se ha hecho de verdad; de lo contrario no sería posible que estas cosas ocurrieran”.


“En 2013 media banda lo dejó y logramos salir de aquello. Este nuevo LP empezó a gestarse hace casi diez años, era una época de tristeza, de esto se va a la mierda, había que darle la vuelta. Lo piensas y diez años son casi la mitad de la vida de Lisabö. Y además el proceso no ha terminado, queda la gira… ”
Karlos Osinaga

Liberados

La banda cumple 25 años de carrera. Las cifras son solo eso, pero parece que los números redondos llevan en cierta manera a reflexionar sobre algunas cosas. No sé si quedan ilusiones o proyectos para el futuro. “Lo cierto es que no hemos sido muy prolíficos y esto te deja respirar”, asegura Txap. “Cada vez es más difícil. La gestación de este disco ha sido dificilísima, extrañamente complicada. Los compromisos personales, las cargas familiares… influyen, por supuesto, pero no sé si también es que cada vez somos menos hábiles o más exigentes. Me dedico a grabar discos y sé cuándo una grabación se puede complicar, pero es que hemos tenido episodios casi de magia negra, y menos mal que no crees en esas cosas; de estar todo hecho y de repente romperse algo. La grabación de este disco ha cuadruplicado cualquier expectativa negativa. Pero, bueno, este ha sido el viaje que ha tocado y, cuando lo terminas, no estás pensando en hacer otro… hasta que de repente un día estás tocando la guitarra y se te ocurre algo y piensas ‘le tengo que comentar a Martxel a ver si…’. Jabi, el otro vocalista y guitarra del grupo, sí tiene claro ese prolongar la carrera de Lisabö, seguir haciendo música juntos hasta llegar a la tercera edad. Pero jugamos con nuestro código de libertad. En 2013 media banda lo dejó y logramos salir de aquello. Este nuevo LP empezó a gestarse hace casi diez años, era una época de tristeza, de esto se va a la mierda, había que darle la vuelta. Lo piensas y diez años son casi la mitad de la vida de Lisabö. Y además el proceso no ha terminado, queda la gira… Este LP sabíamos que teníamos que hacerlo; tenerlo resuelto nos va a liberar. Y tenemos libertad para dejarlo como está –si fuera así, pues lo que hemos hecho está bien– o para hacer más cosas”. ∎

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