Con “Mi vida es para mí”, publicada hoy, ya conocemos tres de las canciones que darán forma al nuevo álbum de
Soleá Morente, fruto de la alianza creativa de la cantante y compositora con el productor Guille Milkyway (La Casa Azul). Tras la arrumbada “Vamos a olvidar” (2022) y el contagioso breakbeat calé de “Gitana María” (2023), la madrileña cambia de tercio genérico en esta partitura, que llega ahora a nuestros oídos aunque en realidad fue la primera canción que compuso junto al polifacético artista catalán.
Introducida por un patrón rítmico de textura digital, “Mi vida es para mí” avanza taciturna entre atmósferas vaporosas, cajas y bombos saturados a lo Tame Impala y acordes de piano firmemente pulsados mientras le guiña el ojo al “Hey!” de Julio Iglesias. En sus anafóricas estrofas centrales va subiendo el tono interpretativo a lomos de una lírica acre –
“Y me hace gracia las tonterías que te daba por decir / Que no tenía madera de estrella, de nada / Ni de indie, ni pop, ni flamenco / Que sí, que sí, que sí / Que ya lo sé, que hay muchos como tú / Que el bussiness es así / Y yo que todo lo he podido, ahora / Tiemblo al dormir”– que se torna ferozmente confesional –dándole una vuelta de tuerca a asuntos ya abordados en “No puedo dormir”, del fantástico
“Lo que te falta” (2020)– al reconocer su ineficaz búsqueda de alivio en los paraísos artificiales.
Esa postración termina cediendo el paso a la reafirmación personal en el tramo final de estos casi tres minutos y medio que, en lo sónico, también conectan con lo expuesto en
“Aurora y Enrique” (2021). Tras un solitario tañido de campana, Soleá esboza el contagioso soniquete de alegrías antes de encomendarse a los suyos, entre tapices de cuerda, piano y coros de ensueño. Un nuevo camino se abre ahora a sus pies. Seguro que merece la pena andarlo. ∎