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Water From Your Eyes

Una nueva psicodelia

Fotos: Eleanor Petry

11.07.2023

No es fácil definir la música que hace este dúo estadounidense. Otros lo han intentado antes sin mucho éxito: cada disco suyo se ha ido prestando a nuevas y diferentes etiquetas. Su último trabajo, “Everyone’s Crushed”, encaja con lo que uno entiende por música arty: composiciones poco convencionales, polirritmos, guitarras post-punk y referentes como Sonic Youth. Sin embargo, durante la entrevista que les hicimos una mañana de sábado en Madrid, Nate Amos y Rachel Brown –también en otros proyectos musicales por separado como Thanks For Coming o This Is Lorelei, entre otros– prefieren hablar simplemente de música pop, de psicodelia y eternos campos de fresas. Actuarán este domingo, 2 de junio,  en el Primavera a la Ciutat 2024, en La (2) de Apolo; 22:35 horas

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a contradicción entre hacer música influenciada por movimientos como el serialismo de Arnold Schönberg, evocando a bandas de culto del math rock ochentero o a popes japoneses de los sintes y, aun así, encajar tus canciones dentro del género pop, abreviación del término “popular”, es un buen punto de partida para cualquier conversación sobre música ecléctica. “No hay una intención filosófica detrás de lo que hacemos o de, pretendidamente, usar referentes concretos a la hora de hacer música. Estoy igualmente interesado por todo lo que mencionas: música experimental y música pop. No buscamos crear una conexión entre ambos extremos, sino que naturalmente sucede cuando nos ponemos a escribir canciones. Por ejemplo, los Beatles hicieron cosas tan diferentes como ‘Strawberry Fields Forever’ o el ‘Álbum blanco’. Ellos consiguieron desarrollar un lenguaje donde hay diversión y también experimentación”, explica Nate Amos, guitarras, sintes y letras de la banda. A su derecha, Rachel Brown, la otra mitad del grupo, letras y voces, añade: “Creo que ‘Strawberry Fields Forever’ es un éxito a todos los niveles, la canción pop perfecta, pero a la vez mucho más que eso…”.

Sentados en el sofá de cuero marrón y estilo Chester de una tienda de discos del centro de Madrid, Amos y Brown parecen lo que son: el grupo indie americano que “tienes que escuchar ahora mismo”. Su nuevo trabajo, por supuesto, llega a las tiendas con el sello Matador Records (el de Pavement, Yo La Tengo y otras decenas de bandas y artistas que nos cambiaron la vida) apoyando el proyecto por primera vez. Ambos con looks casuales y oversize, cazadora Carhatt (ella), pelo decolorado (él), los Water From Your Eyes reciben a Rockdelux un soleado sábado por la mañana. La entrevista tenía que haberse realizado la tarde anterior, la del viernes, pero hubo retrasos en su vuelo desde Londres. “Estuvimos en el aeropuerto bastante entretenidos. Nate se echaba minisiestas. Yo estuve con Twitter y viendo vídeos de animales. Nos conocemos muy bien y somos buenos en eso de pasar tiempo juntos hablando y no-hablando. No nos resulta nada incómodo estar horas pegados el uno al otro”, aclara Brown.

El día del encuentro frente a nuestra grabadora, estos dos amigos desde sus días en Chicago, allá por 2016, cuando escuchaban a New Order y se propusieron montar una banda, despertaron con buenas noticias desde la capital británica que apenas horas antes acababan de dejar, porque el venerado crítico Alexis Petridis elegía como disco de la semana en el periódico ‘The Guardian’ su “Everyone’s Crushed” (Matador-Popstock!, 2023): cuatro estrellas sobre cinco, además de elogiosas frases sobre cómo el dúo “por fin” ha sabido encontrar un sentido al caos sonoro que los perseguía a la hora de hacer música. En Rockdelux su trabajo tuvo idéntico rango, y nuestro compañero Jesús Rodríguez Lenin lo definía como un Tetris de ideas convencionales colocadas de forma aleatoria que, sin embargo, logra que todo encaje y el juego no se te acabe”.

Nate Amos y Rachel Brown: el pop como campo de experimentación.
Nate Amos y Rachel Brown: el pop como campo de experimentación.

Una gran parte de escribir canciones es buscar maneras de traer a la luz las ideas que hay en el inconsciente. Me gustaría que, durante el proceso de escucha, este disco despierte en el oyente algo profundo y diferente a las escuchas conscientes…”, sugiere él. “El disco no es positivo ni particularmente optimista: no hay un aprendizaje o lección que aprender de él como oyente. Me conformo con que a quien lo escuche le sobrevenga un nuevo pensamiento o idea que no había tenido antes. O ilumine un sentimiento o la comprensión de algo. Al final, este disco es un juego de imágenes, ideas y emociones”, reflexiona ella. Amos menciona a continuación los viajes creativos que ha vivido, la base espiritual sobre la que han nacido las nuevas canciones que integran este disco. “Pasé mucho tiempo usando sustancias psicodélicas y eso cambió mi acercamiento a la música”, aclara.

“Everyone’s Crushed” no es un disco de rock psicodélico al estilo de los de Soft Machine, pero tiene sentido lo que dice Nate. “Structure”, el primer tema, una breve pero intensa intro de voces tratadas sin estructura clara, cabría perfectamente en “Revolver”, de The Beatles, disco del año 1966 grabado tras las primeras experiencias de John Lennon con el LSD y la fascinación de George Harrison por los zumbidos drónicos del tampura. Y tanto “Barley” como “Buy My Product” podrían perfectamente calificarse de secuelas de la experimentación que propuso (y sigue proponiendo, décadas después) “Tomorrow Never Knows”, donde los Beatles trabajaron con los bucles de cintas cambiadas de velocidad y puestas al revés. “Es la primera vez que tenemos a los Beatles como inspiración. Crearon un nuevo concepto de disco, algo diferente a simplemente dejar un archivo de música tocada juntos. Ellos vieron el estudio como un medio artístico. Para nosotros eso es muy cercano porque nuestra ‘banda’ solo puede existir virtualmente”, dice él, haciendo ver que es plenamente consciente de que la esencia de su sonido es también ese encuentro entre lo analógico y lo digital: guitarras ruidosas o melódicas sobre sintetizadores y sonidos sintéticos. Rachel reconoce que no sabía mucho de los Beatles hasta que Nate habló de ellos, pero que después de escucharlos sintió como si estuvieran arraigados profundamente en su cerebro, “como si siempre hubieran estado ahí”. La portada de su nuevo álbum es también un collage en blanco y negro con ilustraciones de sus rostros, como la de “Revolver”. Y por no romper el mood liverpuliano, su relación también ha sido cambiante y larga, como la de los Fab Four. El dúo empezó a hacer música mientras eran pareja. En una sola semana hicieron su EP debut, en 2016. De las seis canciones que incluyeron, destaca “I Don’t Want To Be Here”, donde la armonía de la voz serpentea sobre una guitarra minimalista y gruesa. Con el sencillo “Cold Stare”, del mismo año, ya llamaron la atención de la escena local. Publicaron “Long Days No Dream” (Autoeditado, 2017) y “All A Dance” (Exploding In Sound, 2018), discos de indie rock con melodías de guitarras cristalinas y la voz de Rachel algo distorsionada. “I Want To Feel Everything”, por ejemplo, recuerda a los hits noventeros de Sarah Records. Después, los medios destacaron el disco “Somebody Else’s Songs” (Exploding In Sound, 2021), donde se atrevieron a hacer versiones de Eminem o No Doubt pero desde un punto de vista muy experimental y desprejuiciado, bajo el argumento de que versionar canciones es útil y una buena práctica en general.


“No hay una intención filosófica detrás de lo que hacemos o de, pretendidamente, usar referentes concretos a la hora de hacer música. Estoy igualmente interesado por todo lo que mencionas: música experimental y música pop. No buscamos crear una conexión entre ambos extremos, sino que naturalmente sucede cuando nos ponemos a escribir canciones”
Nate Amos



Por esa época se mudaron al distrito de Brooklyn, en Nueva York, donde empezaron a trabajar en “Structure” (Wharf Cat, 2021). Se trata de un trabajo donde citaron a Scott Walker como principal influencia y que obtuvo muy buenas críticas, llamando la atención del sello que ahora les publica. Junto a piezas más pulidas como “When You’re Around” y hasta puro spoken word –el de “You’re The Envers”–, aparecían temas más complejos donde el azar y la libertad creativa eran evidentes, como los tres minutos y medio de “Monday”. El año 2021, en cualquier caso, fue duro para los dos, en el ambiente incierto de la pospandemia y con Amos lidiando con sus adicciones, un proceso que solo superó gracias al apoyo de familia y amigos, Rachel incluida. Son esas las sensaciones que permean en el nuevo disco, cuya andadura arrancó entonces. “En realidad, el tiempo juntos aún hoy se parece al que pasábamos cuando éramos pareja”, dice Nate. Rachel añade: “Es que lo pasamos bien juntos y haciendo música, no hay otra magia que explique el porqué de nuestra relación. Al principio, cuando estábamos en desacuerdo en algo de la composición musical sí que discutíamos, pero ahora estamos casi siempre de acuerdo”. Hablan de sentimientos y emociones reales, tangibles, que en el nuevo disco –nueve canciones en poco más de media hora– solo dejan ver en la letra que da título al álbum. El resto de versos de los ocho temas restantes son más abstractos, collages de palabras o, como repetirá en dos ocasiones Rachel, “colisiones de imágenes” siempre agridulces y con ese humor que te permite coger distancia para no sentirte cómplice del desastre material y moral que los (nos) rodea. “Estoy con todos a los que quiero y todo hiere / Estoy enamorado de todo el mundo y todo hiere, canta Rachel, en un tema que se rompe varias veces pero que mantiene la compostura gracias a que la letra, que juega constantemente con las palabras amor y dolor, es consistente y narrativa. “Esa canción viene de un bolsillo muy particular, de mi lucha contra el abuso de sustancias durante una época de mi vida. La demo eran esas palabras repetidas una y otra vez. Fue un momento muy vulnerable y doloroso, pero a la vez hermoso. La gente seguía a mi alrededor apoyándome y queriéndome, a pesar de cuánto la había cagado. Rachel expandió ese sentimiento con sus aportaciones en la letra”, confiesa. “El tema de las adicciones siempre me recuerda a animales sobreviviendo”, dice ella. Los dos se ríen al unísono.

Siempre sorprendentes.
Siempre sorprendentes.


Las canciones de Water From Your Eyes se han ido haciendo cada vez más complejas a lo largo de su carrera. Tiene que ser intenso grabar un único tema. Hablamos de canciones donde los diferentes elementos –voces, una melodía, el ritmo o puras disonancias– interactúan de forma sorprendente. “Yo no aparezco hasta que la música está hecha para poner las voces, así que en mi caso es menos estresante el proceso”, dice ella. “Grabar un disco se hace largo, cierto, porque muchas veces todo nace de una improvisación. Las canciones pasan por largas transformaciones y definitivamente es un proceso de detalles y variaciones. Para mí todo tiene que ver con lograr algo que a mí personalmente me interese y es ahí cuando decido que un tema está terminado”, explica él. Hablamos de grabaciones, pero no podemos dejar a un lado el directo: con canciones llenas de elementos y siendo un dúo, potencialmente se presupone que hay dos versiones claras de las canciones, la del disco y la del directo. “Sí y no. Obviamente, un montón de la música que hay en el disco sería imposible de llevar al directo y hay que partir de elementos pregrabados. A la vez, nuestros directos no buscan ser como el disco. Sí, hay elementos sonoros reconocibles del disco, pero lo hacemos diferente. El directo es una versión de nosotros más agresiva, mi acercamiento a la guitarra busca crear más ruido y capas”, explica Nate. “Como equipo de directo llevamos dos ordenadores portátiles, una o dos guitarras, diez pedales de guitarra y micrófonos. Ningún amplificador, pero sí pedales para dar dinamismo. Es más fácil volar con pedales de guitarra que con amplificadores”, comparte Rachel.


“El disco no es positivo ni particularmente optimista: no hay un aprendizaje o lección que aprender de él como oyente. Me conformo con que a quien lo escuche le sobrevenga un nuevo pensamiento o idea que no había tenido antes. O ilumine un sentimiento o la comprensión de algo. Al final, este disco es un juego de imágenes, ideas y emociones”
Rachel Brown



La mirada ácida con la que analizan el entorno se percibe poderosamente en el tema de aires post-punk “Buy My Product”, donde Rachel canta: “No hay finales felices / Solo cosas que pasan”. Este tipo de música es inconformista y también política, pero ellos niegan querer ser considerados como activistas. “La vida es horriblemente oscura ahora mismo. Y, sin embargo, no pierde su humor”. Esta es la frase que han elegido para explicar el sentimiento que anima su nuevo álbum y que abre la nota de prensa que han distribuido desde el sello. Creo que nuestro objetivo es lograr una música que sea preciosa de alguna manera. Las cosas que nos preocupan están en todo lo que hacemos, pero no creo que lo que nos empuje a hacer música sea decirle a la gente lo que tiene que hacer o cómo pensar”, dice Nate. A lo que Rachel añade: “No estamos involucrados activamente en nada como para ser un ejemplo. Creo que el arte puede ser apolítico y tener un valor, pero no eludimos ninguna conversación y tenemos opiniones”.

Rachel, que ahora tiene 25 años –Nate tiene 31–, aprendió a hacer música con su teléfono, grabando las voces y editando con aplicaciones y programas sencillos. La democratización de la tecnología y herramientas a la hora de crear canciones y publicarlas es algo que han vivido muy de cerca y que, como vemos, han puesto en práctica a lo largo de su carrera. “Creo que es lo mejor que le ha pasado a la música, porque pienso que la mejor música es la que han hecho personas que no tenían acceso a las últimas tecnologías. Los estudios de grabación solían ser inaccesibles para la mayoría, por ejemplo, y es genial que eso haya cambiado y que en estos tiempos todos podamos dar salida más fácilmente a la creatividad. Ahora es más jodido ganar dinero con la música, cierto, no lo voy a negar, pero es más fácil hacer música”, comparte Amos. Para Brown, la exclusividad no tiene sentido, “el acceso a la belleza debería ser libre y fácil. Yo estudié cine y recuerdo que el teléfono ya en el colegio nos permitía desarrollar ideas de manera sencilla”, cuenta. Reconocen no ensayar juntos demasiado, a no ser que haya algún tema nuevo. “Yo utilizo los dos o tres primeros conciertos para familiarizarme con las canciones. Pero es cierto que él toca y escribe música todos los días”, dice, girándose y mirándole por primera vez, mientras Nate asiente y sonríe. Hay algo puramente contemporáneo en la relación que tienen Water From Your Eyes, cómplice y relajada pero intensa, y que inevitablemente se traslada a su música: unas canciones que reflejan el bombardeo multisensorial al que nos vemos sometidos cada día pero sin perder de vista (aunque sea de lejos) la cercanía del pop. ∎

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