Después del calvario distópico y personal por el que hemos atravesado con la pandemia del coronavirus, es normal que, de una u otra forma, la cultura popular quiera reflejarlo en sus producciones. En el campo de la música pop se observa cierta división entre quienes, directa o indirectamente, dedican discos enteros al asunto, y quienes prefieren pasar página temiendo que su trabajo se quede obsoleto en dos telediarios. Elena Setién, consciente del efecto purificador de una buena catarsis, ha preferido correr el riesgo.
Para su segundo trabajo largo en Thrill Jockey, la donostiarra se ha vuelto a aliar con el navarro Xabier Erkizia, con quien ha venido colaborando, entre otros proyectos, en el mini-LP “Mirande” (2020) –compartido con Grande Days–, un excelente trabajo, cantado en euskera, que recuerda en su sonoridad a algunas cosas de David Sylvian. Conexión que volvemos a encontrar en la canción “Emily Dickinson” que “the greatest living englishman” incluyera en “Manafon”, su álbum de 2009. En “Unfamiliar Minds”, Setién pone música a dos poemas de la escritora romántica –“In This Short Life” y “I Dwell In Possibility”–, sumándose a la larga lista de fans ilustres, como Aaron Copland, John Adams o Josephine Foster, que adaptó sus poemas en el álbum “Graphic As A Star” (2009).
“Unfamiliar Minds” supone una ruptura estilística en Setién con su electrónica minimalista pero enormemente expresiva, que la emparenta con el clasicismo renovador de Laurie Anderson, especialmente evidente en “New” o “Such A Drag” –la canción del confinamiento– por su peculiar dicción vocoderizada, pero también en la sonoridad medieval de “I Dwell In Possibility”. Puestos a escarbar en la caprichosa memoria musical, ecos tímbricos y melódicos de Tindersticks/Mazzy Star redoblan en la central “Unfamiliar Minds” y de PJ Harvey en la espinosa “No Trace”. Si a estas referencias añadimos “Wreckage Of The Hunt”, el single digital, aquí ausente, publicado en 2019 en colaboración con Mary Lattimore, nos hacemos una idea del atractivo universo sonoro que atesora una de las artistas pop más internacionales nacidas a este lado de los Pirineos.
Setién canta en inglés y, en consecuencia, por aquí la entendemos peor. Pero es justo reconocer que su pronunciación es impecable y que su voz aporta carácter sin estridencias –su plano vocal no es más alto que el del resto de instrumentos– a los diez temas de este disco conceptual que es “Unfamiliar Minds”. Un álbum reflexivo, a la vez poético –“In this short life, that only lasts an hour, how much, how little, is within our power”: esto de Dickinson creo que se entiende perfectamente–, y en absoluto contumaz en lo negativo: los rayitos de luz sanadora asoman por sus entornadas rendijas a medida que el disco avanza en intensidad emocional, hasta alcanzar un punto álgido entre la insuperable “In This Short Life” –es la tercera vez que la mencionamos– y su tema homónimo. Un trabajo bien afilado y con grandes canciones, como la final “Water”, que de etéreo tiene poco. Bien al contrario, es un disco conciso, equilibrado e imaginativo en arreglos. Un álbum concentrado en el detalle como metáfora de esa realidad cercana que solemos pasar por alto hasta que una amenaza ilumina su anónima presencia en nuestras –saturadas– vidas. ∎
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