“Hymnal”, la pieza que abre el nuevo disco del guitarrista Julian Lage, nos transporta de Ry Cooder a Bill Frisell pasando por John Fahey, siempre con el estilo de rasgueo que es ya inconfundible en su obra plenamente consolidada. Lage, por identidad, calidad y productividad, vendría a reemplazar a los Frisell, Marc Ribot y compañía si no fuera porque estos aún tienen cuerda para rato. Así que nada mejor que asociarse de vez en cuando con ellos mientras se va construyendo una discografía plena y propia.

Lage forma parte de New Masada, grabó un excelente disco de guitarras con Nels Cline –“Room” (2014)– y ha registrado varios a dúo con Gyan Riley o en formato trío con este y Frisell. Con su banda de guitarra-bajo-batería, formada con Jorge Roeder y Dave King desde 2019, ha ido laminando su propia visión del jazz, pero la influencia de Frisell se nota en “Speak To Me” en su aproximación a otras músicas estadounidenses. No es de extrañar que el disco esté producido por Joe Henry, otro explorador nato de las sonoridades americanas más o menos clásicas y que siempre, de un modo u otro, deja su sello como productor en la línea de T-Bone Burnett. Para él también es lo mismo, siendo tan diferentes, el rock, el jazz, el góspel o el folk; es más bien una cuestión de estado de ánimo lo que lo ha llevado a grabar discos que mezclan, revisan, tributan o reconstruyen todos esos géneros y a producir a Solomon Burke, Allen Toussaint, Bonnie Raitt, Loudon Wainwright III, Teddy Thompson, Mary Gauthier, Billy Bragg o Joan Baez.

De modo que “Speak To Me” no es solo jazz, a pesar de tener momentos plenamente jazzísticos. Tampoco es rock, rockabilly, blues o country, aunque de todo haya un poco en “Northern Shuffle”, uno de los temas en los que colabora un fijo de las producciones de Henry, su hijo Levon al saxo, además del pianista Kris Davis. En la línea establecida por Frisell cuando revisa la paisajística musical de su país, Lage se aproxima a los géneros y estilos por capas, en sus combinaciones de guitarras acústicas y eléctricas, o con diáfana sencillez. Su digitación es distinta, quizá menos introspectiva que la de Frisell.

En este disco, a un tema de construcción más vertiginosa le sigue casi siempre uno más pausado, cierta calma tras cierta furia, aunque lo que acaba imponiéndose es lo primero. “Serenade”, envuelta en algodón por el órgano, es un precioso blues. “Myself Around You” es una balada ejecutada solo con guitarra acústica, y en “South Mountain” es el clarinete en estampida y unas notas irregulares de piano los que llevan la lírica de la guitarra hacia el pantano de la experimentación. El blues percutante regresa con “Speak To Me”, excelente pieza en la que los instrumentos parece que se vayan a desbocar, pero impera una especie de abismada cordura. En “76” emerge poco a poco una nueva sonoridad, un blues-folk-jazz rudimentario y brioso, en el que los instrumentos se incorporan gradualmente y la sensación es de auténtico disfrute entre todos los que están tocando. El blues se mezcla con una tonalidad más jazzística a través del contrabajo en “Vanishing Points” y “Two And One”, título, el de esta segunda pieza, que muy bien podría resumir lo que son Lage, Roeder y King, pero no en clave de sección rítmica y solista, sino permutando los tres constantemente.

Lage pide desde el título del disco que alguien, en abstracto, le hable. El último y cálido tema se titula “Nothing Happens Here”, lo que es ironía, pues pasan muchas cosas en este disco, y más aún teniendo en cuenta la conciencia política de estos músicos y el panorama sociopolítico estadounidense. Quizás allí debería pasar algo. ∎