Aunque el magnetismo de Alan Sparhawk y Mimi Parker parecía haberse estandarizado en sus últimos discos, la comodidad nunca ha sido un apeadero para
Low. Para conmemorar veinticinco años de carrera, dejan a un lado lugares comunes y abren de nuevo paso a recursos que les hacen poner en crisis su ideario. El de
“Double Negative” es un cambio tan sustantivo como lo fue el de
“Drums And Guns” en 2007, una maniobra arriesgada para un grupo emblema de un género tan constreñido como el slowcore.
Para el que es su trabajo más radical desde
“Trust” (2002), los de Minnesota han vuelto a trabajar con el productor BJ Burton. Con él pactaron profundizar en los preceptos del vivificante
“Ones And Sixes” (2015) y convertir la paleta sonora en algo aún más disonante y electrónico. Las voces resucitan como ectoplasmas, entre
loops corrompidos; las líneas de bajo se han erosionado y una marejada de ruido claustrofóbico ensucia las canciones. Pero la esencia de lo que siempre fue una gran canción de Low sigue ahí, palpitante bajo el desguace. También la belleza, sintética, con sus lánguidas melodías y juegos de voces invitándonos a reconocer el lenguaje.
Los temas no solo triunfan por ser poseedores de una vasta intención estética, sino por proponer abordajes conceptuales que admiten varios niveles de lectura. Joyas como
“Disarray” y sus “espíritus malignos”, o las borrosas
“Tempest” y
“The Son, The Sun”, funcionan cual comodines que permiten trazar conexiones con cualquier achaque social o malestar político de nuestro presente. Así fue siempre con Low: mejores cuanto más abstractos y devastados. ∎