Resulta altamente estimulante que aún queden grupos indie rock nuevos con el suficiente poder de atracción como para, incluso, poder convertirse en abanderados de una generación vapuleada por el actual contexto social. Esto se puede aplicar a Menta, que con “Un momento extraño” se han marcado un debut en largo altamente gratificante para gente con necesidad de voces que empaticen con su precariedad vital. Lógicamente, cuando entramos en tales terrenos discursivos, la vía panfletaria siempre asoma. Aunque no en este caso, donde el armazón instrumental ayuda a facilitar una vía emocional que impone la orgánica intensidad de sus canciones por encima de las letras, que, a su vez, se ven beneficiadas por el plus que otorgan estribillos como “Lo que falta”. En este corte, la ventana abierta apunta a Los Punsetes; sin duda, uno de los referentes más representativos a la hora de buscar paralelismos dentro de la sana dinámica del francotirador social, aunque en el caso de Menta la vis cómica queda totalmente extirpada de la receta aplicada. Quizá porque, a estas alturas, ya no haya nada con lo que frivolizar ni reírse como forma de evasión. Con Menta, no. Los madrileños pertenecen a otra facción, que incluso conecta con Los Planetas, en el compromiso social cada vez más presente en sus canciones. El cordón umbilical con los granadinos reluce sobremanera en “Segunda parte”, uno de esos himnos con los que consiguen recobrar esa sensación de éxtasis de fin de semana tan noventera, perdida hace ya dos décadas, en pos de una normalidad pop que, en propuestas de estas características, (casi) nunca son capaces de mirar a sus referentes a la cara.
En el caso de Menta no solo desafían los ecos que alimentan su modus operandi, sino que los igualan. Poca broma. Pero mientras Los Planetas poetizan la lucha de trincheras, Menta prefieren fajarse en el barro, en la suciedad emocional de canciones como “Perro dolor”, sin nunca olvidar su capacidad para endulzarnos los oídos con estribillos de altos vuelos como en la enorme “Ibuprofeno Normon 600mg”. En otra como “Algo incómodo” abogan por traducir en efervescencia noise ultrapop las cuchilladas eléctricas dispuestas. En otra como “La última que te hago” Cristina Jiménez (voz y faro lírico del grupo) se postula directamente como voz generacional de una sociedad donde la verdad es ya lo último que importa. Y que ellos trituran entre crecidas eléctricas donde las matemáticas nos ofrecen una ecuación donde la X resultante surge de hibridar los códigos estilísticos de Florent y Joey Santiago.
Una vez más, resulta complicado encontrar la unicidad en propuestas hiladas en torno a un cosmos tan recurrente. Sin embargo, Menta rompen el molde por ser capaces de algo tan difícil de ver por estos lares estilísticos hoy en día: vertebrar canciones-salvavidas capaces de recobrar el pulso de lo que en su día se entendió como himno generacional, pero cuya estela perdió su significado por el camino. ∎
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