Resulta inevitable pensar que todos los discos de Zahara hasta ahora han existido para que pudiera llegar este “PUTA”. El quinto álbum de la artista es una cumbre de su trayectoria, tanto desde un punto de vista estilístico –este es su trabajo más arriesgado y experimental en cuanto a sonido– como a nivel discursivo, donde verdaderamente va a dejar huella. “PUTA” es incómodo desde su título, su foto de portada y la historia que desgrana la artista en “MERICHANE”, primer single y sin duda el tema más importante de la carrera de Zahara. Pero, como explica su protagonista, la incomodidad es para los demás y no para ella, que ya ha vivido todo lo que cuenta. Precisamente para eso ha hecho este disco: para contar su historia e intentar dejarla atrás a modo de exorcismo, obligándonos a mirar y preguntarnos cuál es nuestra responsabilidad –como sociedad, como personas, como hombres– ante los abusos y el dolor que relata.
Cinco mujeres guían a Zahara en “PUTA”: MERICHANE, TAYLOR, SANSA, RAMONA y DOLORES, todas ellas escritas en mayúsculas –al contrario que el resto de temas aquí– porque funcionan como motores de un álbum que duele desde la primera hasta la última escucha. “Yo tenía un plan / para nosotros / Seríamos felices en mi hogar / iba a ser precioso”, canta dulcemente en la inicial “flotante”, antes de que llegue un vaciado completo en “MERICHANE”, donde Zahara ya reconoce “dejar de ser quien había soñado” en un tour de force electrónico que narra de forma visceral varios episodios traumáticos de su vida. Inmediatamente después, en la portentosa “canción de muerte y salvación”, cae el abismo: “dañado para siempre”, repite hasta romperse en otra canción a la que cuesta mantenerle la mirada. De la mano de una instrumentación totalmente sintetizada (con la ayuda de Martí Perarnau “Mucho”, con quien Zahara comparte ese proyecto paralelo en forma de banco de pruebas llamado _juno) que combina momentos que se mueven entre Björk y Moderat, “PUTA” brilla porque funciona independientemente de su discurso, pero es todo lo que cuenta lo que lo convierte en una obra que debería ser de obligada escucha.
Porque Zahara no solo se permite contar los abusos que ha sufrido a lo largo de su vida de una forma cruda, agresiva y visceral (especialmente punzante es “SANSA”, con ese relato del maltrato psicológico y de cómo puede llegar a ser aún más hiriente que el físico): también se muestra liberada (“berlin u5” es un corte bailable situado en mitad del disco para aligerar el recorrido), compasiva (la formidable “joker”, con su letra autorreferencial, intenta reencaminar no sin cierta ironía a los “Cayetanos”) e incluso autocrítica (en “flotante” se disculpa con los hombres a los que no ha querido bien por culpa de tanta mierda). Y, sobre todo, se abre a la sanación (“Contempla este ejemplar / Está defectuoso / Lo he intentado cambiar sin / Ver que así es precioso”, proclama en “médula”), en gran medida gracias a todas las mujeres que le hablan y la guían durante el disco. Sansa, Taylor, su abuela (a quien homenajea en la preciosa copla final, “DOLORES”)… todas ellas han ayudado a Zahara a sacar este disco del mismo modo que ella ayudará a muchísimas (y abrirá los ojos a muchísimos) gracias a este relato valiente, trepidante y dolorosamente inspirado. Exponiéndose, Zahara nos deja un legado incalculable. ∎
Para poder leer el contenido tienes que estar registrado.
Regístrate y podrás acceder a 3 artículos gratis al mes.