Bendito disentimiento de estilos y registros el citado ayer tarde en la Antiga Fàbrica Damm de Barcelona, dentro del ciclo “DeliCatessen” que promueve iCat, una de las emisoras de la radiotelevisión pública catalana. Si Mar Pujol supuso el grato descubrimiento de una voz local –Prats de Lluçanès señala su geolocalización principal– recogida y tierna, Kristin Hersh la siguió como reclamo con pedigrí que, sin sobresfuerzos y con los mínimos elementos a disposición, justificó el aura que la precede. Ambas abrazando la guitarra como único apoyo instrumental. La de Atlanta llegaba con honores. A sus 57 años, Kristin Hersh ha recorrido un buen trecho del sustrato del indie de los últimos decenios, tanto al frente de Throwing Muses y 50 Foot Wave como a través de una extensa carrera en solitario cuya última referencia, “Clear Pond Road” (2023), aterrizó en cubetas hace menos de un año.
La norteamericana asaltó el escenario, tras el cálido calentamiento de Pujol, con una guitarra acústica que manejó a su antojo durante su corta comparecencia. Logrando pronto una admirable modulación expresiva con su instrumento, que le permitió pasar –en “Mississippi Kite”– del folk aguerrido de los primeros temas a instantáneas psicodélicas con emulsiones de Pink Floyd. También la voz jugó un papel determinante en la temperatura emocional registrada durante la velada. Hersh equilibró los temas más furibundos de voz rasgada y curtida con otros más intimistas y delicados, de reflejo melancólico.
No fue hasta el sexto lance cuando decidió dirigirse por primera vez al público fugazmente para anunciar un tema de Throwing Muses, “Sunray Venus”, aunque el recuento de canciones del grupo había empezado con anterioridad. Luego atemperó con “Your Ghost”, extraída de su primer álbum en solitario, “Hips And Makers” (1994), y abrió una pequeña rendija al grunge con la interpretación de “City Of The Dead”, de nuevo un obsequio de la banda madre. En los estadios más volcánicos pareció dosificar la carga vocal de cara a poder cumplir con los compromisos restantes de la gira, pero rompió con esa conjetura con la intimidante interpretación de “Krait” para luego volver a equilibrar registros y presiones interpretativas con la apaciguadora “Poor Wayfaring Stranger”. Se bajó del escenario bajo la primera manta de aplausos para cumplir, con máxima celeridad, con el protocolo del bis. A su regreso emprendió la fogosa “Ms Haha” y remató la faena con una paralizante “Gazebo Tree”.
Sin alcanzar la hora de set. Sin buscar aspavientos ni apoyos de ninguna índole. Sin siquiera ganarse la simpatía con parlamentos al público, aunque se lo ganó por sus aptitudes. Concisa y resolutiva. Al grano y a la piel. Hersh convenció a propios y extraños sin causar alboroto, como una experimentada voz que en realidad se siente más cómoda cuando el talento se despliega de forma discreta. ∎
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