¿Qué significa hacer cómic español en 2021? ¿Publicar en nuestro país? ¿Ser autor español aunque se publique en el extranjero? Un debate complejo, suscitado por la lista de Rockdelux sobre los cien mejores cómics españoles de la historia, que abordamos con la ayuda de Carlos Pacheco, Paco Roca, Emma Ríos, David Aja, Fernando Blanco, Laura Pérez Vernetti, Albert Monteys, Ana Miralles, Jaime Martín y Antonio Altarriba.
¿Qué entendemos por autores españoles de cómic en 2021? El listado publicado en Rockdelux el pasado mes de marzo sobre los cien mejores cómics españoles de la historia suscitó varios debates de interés. Entre ellos, el referido a la adscripción de unos y otros títulos al acervo y tradición de la historieta producida en nuestro país. En su declaración de intenciones, los responsables de la iniciativa explicaban que “los tebeos editados en primera estancia fuera de nuestras fronteras, aunque después llegasen traducidos aquí, no han entrado en la lista”. Una decisión que tuvo su precedente en la selección de mejores películas españolas, publicada en la revista en 2004, pero que, en esta ocasión, problematizaron muchos autores, críticos y aficionados. Al fin y al cabo, insistimos, ¿qué significa hoy por hoy ejercer la autoría desde una nacionalidad? ¿Se trata de una cuestión de sensibilidad personal? ¿Se corresponde con la mayor o menor contribución del autor o autora al desarrollo de la industria del cómic español? ¿Quién posee los derechos sobre la obra producida? En cualquier caso, ¿cabe hablar en nuestros tiempos de una idiosincrasia autoral ligada a las fronteras o a la cultura de un país en concreto?
La cuestión es compleja, y ya había dado lugar a reflexiones de amplio espectro en otros momentos. De hecho, podría decirse que un aspecto esencial para entender la historia del cómic español es precisamente el fenómeno de la diáspora creativa, que en algunas épocas ha tenido carácter definitorio de las dinámicas de nuestro cómic. Así, entre los años cincuenta y setenta, tanto las circunstancias políticas y la precariedad como los abusos de la industria fuerzan a numerosos artistas a trabajar para editoriales extranjeras e incluso migrar a otros países. Lo mismo sucede en los años noventa ante la decadencia en nuestro país de todo un modelo editorial basado en las revistas periódicas. En la actualidad, gracias entre otros factores a las herramientas digitales, al boom y a la legitimación sin precedentes de la cultura popular, y a la inclinación editorial por ciertos formatos y temáticas, la hibridación entre lo local y lo global es tan común como para que se haya normalizado la presencia de autores patrios entre los nominados anualmente a premios concedidos por otras industrias.
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