Acompañada su salida en salas con un cómic formato deluxe, “Dispararon al pianista” (2023, se estrena hoy) es la segunda colaboración “musical” entre Fernando Trueba (Madrid, 1955) y Mariscal (Valencia, 1950). Si en la primera, “Chico & Rita” (2010), la historia de corte romántico se ambientó en la Cuba de finales de la década de los cuarenta, con sonidos de jazz afrocubano, en esta el tiempo y la música vuelan hasta el Brasil de los años sesenta y setenta, la bossa nova y la samba-jazz. La diferencia está esencialmente en el tono, pues en “Dispararon al pianista” el relato se vertebra a partir de la encuesta periodística que realiza un reportero neoyorquino a la búsqueda de Tenório Jr., un pianista brasileño, acompañante habitual de Vinícius de Moraes, que desapareció sin dejar ninguna pista en tiempos de represión y totalitarismo: la última vez que se le vio fue en Buenos Aires la noche del 18 de marzo de 1976, al poco del golpe de estado en Argentina, perpetrado seis días después.

Es probable que Trueba sea el autor del título de la película, ya que su querencia por François Truffaut le ha llevado a recordar una de las mejores cintas del director francés, “Tirad sobre el pianista” (1960). Truffaut adaptó una novela negra de David Goodis, mientras que Trueba y Mariscal, pese a motear la trama de su película con elementos de thriller, han preferido un tono menos noir acorde también con esa especie de línea clara que practica Mariscal en sus dibujos. Como ocurría en “Chico & Rita”, la ilustración y el color son más interesantes que el movimiento, algo que es un hándicap en toda película de animación: funcionan mejor los planos en estático que en desplazamiento, los primeros planos que las panorámicas y trávelin. Por otro lado, no deja de ser una decisión consecuente: la película adquiere la forma de una encuesta periodística y el tono de un documental, y en muchos momentos pasa más por la palabra o el pensamiento que por la acción. Mariscal se luce más en las imágenes generales urbanas, al inicio de Nueva York, después de distintas localidades brasileñas y argentinas. El resto es demasiado estático, pendiente del discurso, muy elemental, tanto en materia de samba-jazz como de geopolítica de los sesenta y la participación del gobierno estadounidense en todas las revueltas fascistas vividas en el Cono Sur del continente americano a través de la denominada Operación Cóndor.

Francisco Tenório Cerqueira Júnior (1941-1976) acompañaba de gira por Argentina a Vinícius de Moraes y Toquinho. Salió de su hotel para ir a comprar un bocadillo y, según algunos testigos, fue obligado a entrar en un coche por un grupo de paramilitares (acostumbraban a utilizar el mismo modelo, un Ford Falcon de color verde, así que eran fáciles de identificar). Se ha especulado con que aquella misma noche fue conducido a la Escuela de Mecánica de la Armada, torturado y asesinado de un disparo en la cabeza. Dispararon al pianista, pero nunca se supo exactamente cuál fue su final. Además de músico de estudio y de giras, Tenório dejó grabado un solo disco a su nombre, “Embalo” (1964), con temas propios y otros firmados por De Moraes, Baden-Powell, Antônio Carlos Jobim y Bud Shank.

Situado en un momento clave del jazz brasileño y el tropicalismo, Tenório Jr. es evocado en el filme a través de las declaraciones de quienes lo conocieron. Las grabaciones de voz de Caetano Veloso, Gilberto Gil y demás son reales –Trueba realizó unas 150 entrevistas–, solo que transmitidas a través de la recreación mediante el dibujo animado. La música de los mismos Veloso, Gil y João Gilberto está ahí, más de fondo que en primer plano, porque lo importante, como si se tratara de un reportaje a la clásica usanza, es quien sale, lo que dice y su nombre debajo para que identifiquemos a quienes no conocemos. Eso es “Dispararon al pianista”, cuyo mayor interés reside en descubrirnos a ese pianista, uno de los mejores de su generación a tenor de todos los entrevistados, que desapareció en la negra noche de los fascismos latinoamericanos. ∎