En su anterior (y galardonada) obra, “El buen padre” (2020), Nadia Hafid (Terrassa, 1990) presentaba un sincero (y conmovedor) relato autobiográfico (más o menos disimulado) con un grafismo geométrico y esplendoroso que trazaba finísimas líneas rectas y curvas surcando el dolor, la soledad, el racismo y el abandono. Pero donde antes había aceptación y entereza, ahora hay rabia y negación. “Chacales” supone la confirmación de una dibujante en plena forma, dotada de una especial sensibilidad para leer y traducir en imágenes el mundo que la rodea. Hafid recurre de nuevo al retrato de personajes para diseccionar la realidad (su realidad, nuestra realidad) contemporánea, un entorno sorprendentemente reconocible pese a las limitaciones que la propia artista establece con el dibujo: masas de color plano y su habitual riguroso trazado matemático sitúan “Chacales” en la Catalunya que nos encontramos al asomarnos a la ventana.
Para poder leer el contenido tienes que estar registrado.
Regístrate y podrás acceder a 3 artículos gratis al mes.