Es posible que Paul Auster (Newark, 1947) diera por cerrada su etapa como novelista con “4 3 2 1” (2017), pero afortunadamente el firmante de “La música del azar” (1990) continúa su trayectoria en eso que llamamos no ficción: ahí está su apasionante biografía-ensayo sobre Stephen Crane (“La llama inmortal de Stephen Crane”, 2021) o este “Un país bañado en sangre” (“Bloodbath Nation”, 2023), su nueva colaboración con el fotógrafo Spencer Ostrander (Seattle, 1984) tras “Long Live King Kobe” (2022), un rastreo sobre el asesinato en Nueva York del joven Tyler Kobe Nichols.

“Un país bañado en sangre” clava su mirada en uno de los temas intocables que conforman el “alma norteamericana”: el de la posesión de armas. Acudiendo a recuerdos personales y familiares, Auster se sumerge (y nos sumerge) en las profundidades de este círculo vicioso de violencia que cada dos por tres se cuela en las noticias con el recuento de una nueva masacre indiscriminada.

En un país con más armas que personas, la sangre puede derramarse en cada esquina, escuela, supermercado, cine o patio trasero. Auster tira de datos e historia y se remonta al origen fundacional de Estados Unidos para intentar comprender esta feroz defensa de la libertad a portar armas de fuego y la reticencia de una gran parte de la población a un mayor control sobre su venta y uso (ay, el lobby de la Asociación Nacional del Rifle) a pesar de la cíclica repetición de tiroteos y asesinatos en masa.

Ostrander, por su parte, cataloga con frío objetivismo los escenarios de algunos de los crímenes: sus instantáneas en blanco y negro de iglesias, mezquitas, institutos escolares, malls y párquines, sin presencias humanas, con escuetos pies de foto que informan del número de muertos y heridos, son el bárbaro testimonio de una plaga que parece no vislumbrar su fin, incubada y alimentada en el país más poderoso del planeta. ∎