El hip hop ha tomado las pantallas.
El hip hop ha tomado las pantallas.

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Rapper killed the TV star: cómo el hip hop conquistó la televisión

Afirmar que los artistas del rap, posiblemente lo más parecido a las superestrellas clásicas que tenemos en la actualidad, están copando el panorama audiovisual no es descubrir un gran secreto. Basta con acceder a tu plataforma de streaming favorita para comprobarlo. Aquí te ofrecemos algunas pistas para guiar dicha incursión.

05. 04. 2022

Tampoco es algo nuevo: desde que la música se convirtió en un fenómeno de masas, el cine y la tele encontraron en estas figuras otros reclamos con los que poner cara a sus guiones, atraer público a las salas o congregar audiencias frente al televisor. Lo que sí resulta significativo es la manera en que el hip hop se ha infiltrado en la industria audiovisual para reinventar o incluso generar nuevos formatos, propiciando la creatividad y dando lugar a otros géneros en los que el rap se perfila como fin y medio en sí mismo.

Este proceso no es reciente. Recordemos a 2Pac, cuya corta vida no le impidió contar participar en películas como “Juice” (Ernest R. Dickerson, 1992). Esta se sumaba a una tradición anterior y posterior en la que cabe citar “New Jack City” (Mario Van Peebles, 1991), con participación de Ice T; “Los chicos del barrio” (John Singleton, 1991), donde destaca el personaje protagonizado por Ice Cube; la clásica “Infierno en Los Ángeles” (Allen y Albert Hughes, 1993), con nombres como Too $hort o MC Eith en su elenco, o, ya entrados en los 2000, “Paid In Full” (Charles Stone III, 2002), en la que participaba Cam’ron. Durante los primeros años del siglo también vimos a Snoop Dogg en “Baby Boy” (John Singleton, 2001) y a Wycleaf Jean y Ky-Mani Marley en “Shottas (Hermanos en el crimen)” (Cess Silvera, 2002).

2Pac en “Juice” (1992), una de las películas pioneras.
2Pac en “Juice” (1992), una de las películas pioneras.

Para entender mejor la evolución del hip hop como género audiovisual es necesario rescatar un título, “Belly” (1998), y un nombre, el de Hype Williams. El omnipresente director firmó algunos de los videoclips más icónicos de la década de los 90, como “California Love” de 2Pac, el infame “Big Pimpin’” con Jay Z y UGK o el futurista e innovador “The Rain (Supa Dupa Fly)” para Missy Elliott. Pero con “Belly”, en la que actúan leyendas como DMX o Nas, el rap empieza a ganar entidad. Hablamos de un filme que a nivel de contenido no es excelso, pero formalmente se convierte en una oda estética, un lookbook del imaginario visual de esos años que rompe definitivamente la barrera entre el videoclip y el cine.

Durante los 2000 se ensanchó y alimentó la relación entre rap y cine. Así, nos encontramos casos como el de “8 Millas” (Curtis Hanson, 2002), que dignificó este tipo de películas en lo concerniente a narrativa, con un Eminem que logró el Óscar a la mejor canción original por “Lose Yourself”. También cabe destacar “Buen rollito” (Jesse Dylan, 2001), con Method Man y Redman, que permitió el acceso de los raperos a géneros más naíf. O “Get Rich Or Die Tryin’” (Jim Sheridan, 2005), que articuló el paso de 50 Cent de superestrella del rap a businessman. Estos ejemplos se adscriben al cine, pero son necesarios para entender la evolución hasta llegar al momento actual en el ámbito de la ficción televisiva.

Ficción, documental y reality en televisión

Este fenómeno no habría sido posible sin el papel de las televisiones en el nuevo siglo, especialmente la televisión por cable en Estados Unidos. Podemos hablar de obras maestras como “The Wire” (David Simon, 2002-2008), por la que desfilaron tanto rappers como gangsters sin experiencia actoral pero con vasto currículo en la calle. También cabe subrayar los realities y programas ofrecidos por cadenas como MTV –“Pimp My Ride” (Bruce Beresford-Redman y Rick Hurvitz, 2004-2007), show de tuneo automovilístico presentado por Xzibit que tuvo su versión patria con el grupo Duo Kie– o VH1, que deleitó a propios y extraños con “Ego Trip’s The (White) Rapper Show” (Mike L. Taylor, 2007), en el que una selección de aspirantes a raperos (blancos, es necesario subrayarlo) competía en este formato conducido por MC Serch. No nos olvidamos del mítico “Chappelle’s Show” (Neal Brennan y Dave Chapelle, 2003-2006), programa de comedia que supuso un auténtico fenómeno y por el que desfilaron RZA, Method Man, Snoop Dogg, Mos Def o Q-Tip, entre otros.

Cardi B, catapultada en “Love & Hip Hop”.
Cardi B, catapultada en “Love & Hip Hop”.

Hay quien vincula la actual omnipresencia del hip hop en el sector audiovisual con el reality “Love & Hip Hop”, franquicia que sigue el día a día de rappers y cantantes de R&B y lleva en la antena de VH1 desde 2011. Comenzó alrededor de la figura del mítico Jim Jones, miembro de Dipset, pero a lo largo de los años han pasado todo tipo de figuras por el programa, que ha contribuido a catapultar la carrera de artistas como Cardi B. En “T.I. And Tiny: The Family Hustle” (2011-2017), VH1 nos abrió las puertas de la casa del rey del trap de Atlanta.

Seguramente los diez últimos años sean los más interesantes y los que más peso han tenido en todo este asunto por una conjugación de factores. En primer lugar, el desarrollo de las redes sociales, especialmente el auge de Instagram y Twitch, que nos permite acercarnos al día a día de nuestros artistas favoritos, convirtiéndose estos en generadores de contenido 24/7. En segundo lugar, la aparición de servicios de suscripción de contenido a demanda y las plataformas de streaming ha generado un creciente interés por nuevos formatos y creadores, encontrando también una cantera en los artistas. Y, por último, la nueva generación de músicos que está evolucionando hacia la figura de creativos 360, con el storytelling audiovisual como nueva forma de creación.

En los últimos tiempos estamos disfrutando de ofertas muy interesantes. Aquí podríamos citar series como “DAVE” (Jeff Schaffer, 2020-), en la que el rapero y excreativo publicitario Lil Dicky realiza un ejercicio de honestidad: nos enfrentamos a las miserias de un músico en clave de un humor como nunca antes habíamos visto. La serie cuenta con dos temporadas que recuerdan por momentos a “Entourage. El séquito” (Doug Ellin, 2004-2011), pero con un acercamiento más profundo a la industria musical.

Es obligatorio ensalzar “Atlanta” (Donald Glover, 2016-), la serie de FX que recientemente ha estrenado su tercera temporada. En ella Childish Gambino nos muestra el struggle al que se somete como mánager y primo –no siempre en ese orden– de Paper Boi, un rapero que tiene más talento que hambre y suerte. Es un ejercicio intimista, reflexivo y anticlimático en el que la historia a nivel macro se coreografía y construye con detalles nimios que parecen no avanzar, pero en el que la anécdota esconde más de lo que parece. Un trabajo excelso, ya que en apenas media hora de metraje alcanza la máxima del audiovisual: generar empatía y conectar con todos. Y es obligatorio mencionar la figura del director Hiro Murai, con quince episodios firmados en la serie. Murai comenzó su trayectoria en el mundo del vídeo junto a Childish Gambino y se ha encargado de los clips de temas como “Hive” y “Chum” de Earl Sweatshirt o del icónico “This Is America” de Gambino.

 “Atlanta”: el talento de Donald Glover aka Childish Gambino.
“Atlanta”: el talento de Donald Glover aka Childish Gambino.

Antes hablábamos de plataformas y, en ese caso, es imposible no hacerlo de Netflix, que ha producido títulos que se han servido del hip hop para ensanchar su catálogo. Entre ellos “Rhythm + Flow” (2019), reality show en el que tres superestrellas (Cardi B, T.I. y Chance The Rapper) buscan al futuro fenómeno del género urbano, y que ha servido para descubrir artistas interesantísimos como D Smoke. También en Netflix encontramos la serie documental “Hip Hop Evolution” (2016-2020), la miniserie “The Defiant Ones” (2017) sobre la alianza empresarial entre el productor Jimmy Iovine y Dr. Dre, e incluso acercamientos a la ficción que no llegaron a buen puerto como “The Get Down” (Stephen Adly Guirgis y Baz Luhrmann, 2016).

La capacidad de penetración internacional de esta compañía (presente en 190 países) también permite que podamos disfrutar de contenido de todas partes del planeta e incluso recuperar series del limbo. Es el caso de “Top Boy” (Ronan Bennett, 2011-2013; 2019-), que recientemente ha estrenado su segunda/cuarta temporada. Tuvo una primera etapa en Channel 4, fue cancelada y años después recuperada por Drake. Gira alrededor de las luchas entre bandas de narcotraficantes londinenses y sus últimos capítulos tienen un marcado acento español por trama y actores (destaca Hugo Silva), pero también en su banda sonora.

Pero Netflix no es la única plataforma apostando por el hip hop. Aquí podríamos citar el esfuerzo –especialmente en materia documental– de Amazon Prime Video. Por ejemplo con “Free Meek” (2019), docuserie producida por Roc Nation sobre los problemas con la justicia y el racismo sistémico al que se ve sometido el rapero Meek Mill. O con el documental de J Balvin, “El niño de Medellín” (Matthewv Heineman, 2020). Eso sin olvidar referencias como la miniserie de Hulu “Wu-Tang: An American Saga” (RZA y Alex Tse, 2019-) o la ya longeva “Power” (Courtney A. Kemp, 2014-2020), de Starzplay, en la 50 Cent vuelve a tener un papel destacado.

“Empire”: compañía discográfica; negocio familiar, guerra familiar.
“Empire”: compañía discográfica; negocio familiar, guerra familiar.

En HBO Max encontramos una de las referencias recientes más interesantes y creativas. Hablamos de “Chillin Island” (2021-), producida por Josh Safdie, evolución del pódcast homónimo realizado por Despot (leyenda del rap underground de Nueva York), Lakutis y Dapwell, el cómico y hypeman de otro grupo clásico de Nueva York: Das Racist. En los apenas seis capítulos que conforman el show hasta ahora seguimos a estos tres amigos engañando a músicos como Young Thug, Gunna, Ezra Koenig, Killer Mike o Rosalía. Los someten a situaciones de supervivencia extrema o comparten reflexiones vitales profundas y surrealistas, mientras la voz de Steven Wright teoriza sobre el sentido de la existencia y nuestro papel en el universo.

Probablemente nos estamos dejando ejemplos en el tintero –es imperdonable no haber citado “Empire” (Lee Daniels y Danny Strong, 2015-2020) hasta ahora–, podemos pensar en cierta saturación de oferta y en la dificultad para separar el grano de la paja. Y es complicado aventurar cuál es el futuro de la simbiótica relación entre hip hop y televisión. Lo que está claro es que, ahora mismo, van de la mano. Como se puede comprobar en el recientísimo jeen-yuhs. A Kanye Trilogy (2022), el documental en tres partes dedicado a la figura de Kanye West. Veremos qué nos depara el futuro. ∎

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