Nietzsche dijo que la vida sin música sería un error. Fernando Martínez de la Serna, alias Remate, delantero titular que se desmarca periódicamente con sus textos sobre bandas sonoras en estas mismas páginas y autor de músicas que prenderían al mismo Kubrick, no parece interpretarlo exactamente así. Después de leer “Yo creo que Bansky eres tú”, la conclusión que extraemos sería aún más radical: la vida sin música, es imposible.
“Yo creo que Bansky eres tú” se divide en diez episodios y unos títulos finales de crédito para identificar la idea de cada uno de sus protagonistas visitados por el archiconocido pero fantasmal Bansky. Siete hembras –contando con las recurrentes lechuzas– y tres varones –incluido un conejo–. No hay paridad porque la corrección política tampoco es el fuerte de Bansky, denominador común en esta especie de novela sinfónica cuyos movimientos son estampas que se interpretan en clave sonora a base de glisandos, semicorcheas, staccatos y bemoles, referencias a Mayfield, Satie, Chaikovski, La Monte Young o Reed a la misma altura que los truenos, zumbidos, tintineos y silencios de Cage y el cosmos. Una composición también visual donde Remate emplea todos los modos imaginados de visión: onírico, psicotrópico, instrumental, pictórico, con o sin gafas.
Ese mundo sinestésico es descrito mediante un lenguaje llano y directo, no sin hallazgos léxicos –lo reconozco sin dudarlo en “hesitar”–, referencias culturales poco transitadas pero traídas a este universo disonante con naturalidad –Miranda July, Aléksei Pázhitnov, Hervé Tullet, Xavier Dolan, etc.–, instructivas anotaciones ecosistémicas, ornitológicas o musicológicas –al fin alguien define con meridiana transparencia una celesta–, elementos recurrentes –se detectan estanterías, perspectivas, objetos inertes que cobran vida, fundidos en distópico color naranja…– y una visión juguetona que, mediante una fluida musicalidad y en primera persona, la de Remate, o en segunda, la de Bansky –yo también creo que Bansky es Remate–, cuenta lo que les sucede a todos estos actores cazados entre el sueño, la imaginación y esa vida cuya magia gestual nos transcurre tan desapercibida.
Uno de los capítulos más originales es el protagonizado por la cantante y multinstrumentista Dolly Parton, a quien Lee Hazlewood dedicó una canción. Remate remezcla ingredientes, solo aparentemente insolubles, como música country, ciencias naturales, el arte del estarcido, cosmología, vacunas y la ciencia ficción a modo de un Ray Bradbury melómano con la vista puesta en el año 2041, para quien hasta “las formas de los nimbos simulan una multitud de instrumentos musicales”. Frases que fluyen sin tropezarse, bien construidas y discursivamente interconectadas, haciendo de su lectura un placer caprichoso sobre los infinitos planos de una realidad que Remate trata de capturar de forma abierta, en toda su dimensión explosiva de colores, sonidos y palabras, donde lo disposicional poiético –lo nuevo– y lo repertorial mimético –lo que se repite– se entrecruzan en un puzle de diferentes reconstrucciones, todas plausibles.
Remate reseña un puñado de escenas vitales, o sea, de vida sumamente importante, pero lo hace sin yunque ideológico, ni martillo trascendental, por lo que Martínez de la Serna queda, de rebote y como Nietzsche, fuera de toda sospecha. Si describir es seleccionar y elegir es un compromiso ético en sí mismo, es decir, sujeto a valoración, es el énfasis en lo estético de lo ético lo que más destaca en “Yo creo que Bansky eres tú”. Una obra breve en páginas pero extensa para quien solo aspira ya a “escrolear” –ese temible neologismo que late cada vez más hondo en nuestro dedo índice–, escrita con sentido melódico, pulsión surrealista y una renuncia a la narración con la intención de sumergirte en sus sensaciones y encuadres cinemascópicos. Remate pone las palabras al servicio de algo visual en constante traducción a lo musical. Lugares, fantasmagorías y situaciones que fluyen en toda su literalidad poliédrica, como lo haría un Bansky que pinta de espontáneo lo que, en verdad, está perfectamente premeditado. ∎
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