Libro

Shane Stevens

Ciudad muertaSajalín, 2023

31. 07. 2023

A veces, resulta increíble cómo novelas con la envergadura de “Ciudad muerta” (“Dead City”, 1973; Sajalín, 2023) pueden llegar a estar medio siglo inéditas en España. No en vano, este es uno de los libros más apabullantes de Shane Stevens (NuevaYork, 1941-2007), precursor de la literatura de fregadero que, junto a Edward Bunker y Newton Thornburg, estableció un crisol de rasgos inconfundibles para herederos indirectos como Chris Offutt o Donald Ray Pollock. Su reinvención descarnada del noir abrió la posibilidad de encauzar dicho género literario desde una perspectiva que, anteriormente, quizá solo tuvo sentido real desde la narrativa turbulenta de Jim Thompson.

En el caso que hoy nos ocupa, tal como reza la nota de prensa adjunta, estamos ante lo que podría ser percibido como un anteproyecto de “Los Soprano” (1999-2007). Eso sí, añadan un hilo subyacente de brutalidad suburbial y el enfoque tomado de Nueva Jersey, radiografiada desde los estertores de la cara oscura (muy oscura) del sueño americano. O deberíamos decir pesadilla; sobre todo, gracias a la capacidad de Stevens para armar un submundo cosido con infinidad de detalles, solo posible para alguien que ha tenido que vivir bajo las reglas impuestas por un día a día de crueldad y desasosiego criminal.

La puntillosa recreación descrita por el autor neoyorquino llega a tal punto que hace replantearnos hasta qué punto conocemos esa Norteamérica que nos llevan vendiendo desde hace décadas en la ficción criminalista: lo que vamos a vivir al sumergirnos en esta lectura es un mal sueño, alambicado desde la ambición por sobrevivir en una Nueva Jersey de los años setenta donde la apuesta se basa en ascender a costa de una oleada incesante de crímenes.

A partir de un tablero de ajedrez con personajes enjaulados en su depravada naturaleza humana como son Joe Zucco, Charley Flowers o Alexis Machine, Stevens nos conduce entre calles, garitos malolientes y contubernios que parecen haber salido de un contraplano mafioso de “El príncipe de la ciudad” (1981), culmen cinematográfico de Sidney Lumet. Al igual que el estilo áspero y brutal de dicho filme, Stevens aplica su escritura a través de una red afilada de diálogos plasmados sin un gramo de ornamentación ni distracciones que escapen del estilo seco empleado en semejante demostración a la hora de armar un thriller de tal enjundia. Uno en el que las frases encadenadas suenan plenas de gasolina descriptiva. La misma que fluye como motor de una narración expuesta bajo los cánones de quien es conocedor de una verdad que siempre ha querido contar a través de la libertad de movimientos de la ficción, que aquí deviene en texto que transciende los resortes del género para convertirse en credo de lo que supone habitar un lugar específico: el otro lado del espejo de la esperanza que tan icónicamente nos han vendido durante tanto tiempo desde la cultura popular mafiosa de los Estados Unidos.

Por cierto, clásico indiscutible, claro está. ∎

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