Kristen Stewart, la mirada de una generación.
Kristen Stewart, la mirada de una generación.

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“Spencer”: Kristen Stewart y la belleza triste de Diana de Gales

Hay un enigma difícil de escudriñar en la mirada perdida de Kristen Stewart. Tanto la saga “Crepúsculo” como su colaboración con cineastas como Olivier Assayas han alimentado el halo de misterio que rodea su presencia. Ahora, Pablo Larraín suma a ese joven rostro desafiante una pátina de melancolía en “Spencer”, el capítulo biográfico de una Lady Di marginada de la vida monárquica y familiar. Por la exactitud de su actuación y su fragilidad magnética, el rol de la princesa infeliz confirma Stewart como una de las actrices más entregadas del momento.

19. 11. 2021

Kristen Stewart nunca ha sido partidaria de las grandes florituras. Su rostro y su voz trabajan en un plano introvertido, sin intención aparente de llamar demasiado la atención. Una pose cabizbaja, una mirada dubitativa, en ocasiones provocadora, y unos dientes que casi se muerden los labios en una especie de gesto inseguro se han convertido en las señas de identidad de una actriz que parece dominar la contradicción. Parte de su catálogo gestual nace en ese tira y afloja entre lo inadvertido y el placer de ser vista. Stewart puede empeñarse en ocultar todo su plumaje de pavo real, aunque, muy en el fondo, intuimos que disfruta del alarde.

Quizá esa actitud retraída provenga de una infancia y adolescencia nunca completadas, cuando enlazaba trabajos como niña promesa del thriller terrorífico –“La habitación del pánico” (David Fincher, 2002), “The Messengers” (Oxide y Danny Pang, 2007)– o ejercía de reina adolescente del fantástico a través de la saga “Crepúsculo” (2008-2012) y “Blancanieves y la leyenda del cazador” (Rupert Sanders, 2012). De manera similar a su compañero en la franquicia vampírica, Robert Pattinson, Stewart supo sortear las mordidas en el cuello de una industria que podría haberla encasillado en aquella interpretación siempre lineal, sin apenas altibajos emocionales, por la que se dio a conocer al mundo entero. En contra, el temperamento que transmitía su rostro la propulsó como la encarnación de toda una generación incrédula, casi vacía de emociones, habituada ya a la era digital y ciertamente desencantada con el entorno que la rodea. Un linaje que había crecido leyendo los romances fantásticos de Stephenie Meyer, sí, pero que ahora sacude los cimientos de lo social y políticamente establecido.

Stewart lleva años vinculada a la marca de moda Chanel como imagen de una atractiva sobriedad que rompe toda concepción tradicional sobre la feminidad. Encontramos, de esta manera, ciertas similitudes entre ella y la figura de Diana de Gales. Icono de la moda y de las causas benéficas, la personalidad de la Princesa transgredió los dictámenes monárquicos con su actitud subversiva (para los rígidos estándares de la realeza, claro). En “Spencer” (2021), la última incursión del chileno Pablo Larraín en lo que podríamos llamar “biopic imaginativo” –antes llegaron “Jackie” (2016), retrato de Jacqueline Kennedy inmediatamente después del asesinato de JFK, y “Neruda” (2016), su fábula a propósito del poeta–, encontramos a una Diana triste, sumida en la depresión inmovilizadora y la ansiedad, postergando y llegando tarde a todas sus citas de palacio. La planificación del director de “El club” (2015) y “Ema” (2019) persigue a Lady Di en una laberíntica residencia de invierno durante tres días de Navidad a principios de los 90, cuando la supuesta heredera al trono mostraba graves síntomas de cansancio durante la sobrecargada agenda familiar de cenas, collares de perlas y grandes expectativas.

El semblante más luminoso de Kristen-Diana.
El semblante más luminoso de Kristen-Diana.

Aunque la cámara persecutoria y el score de jazz experimental de Jonny Greenwood insisten en recalcar la sensación de agobio y claustrofobia de la protagonista, en esta ocasión Stewart decide proyectar un semblante mucho más luminoso y amable que en sus trabajos anteriores. Sin olvidar esa pose tímida a la que nos tiene acostumbrados, la actriz se apropia de un control gestual y vocal asombroso –su acento británico es exquisito–, hasta el punto de desaparecer todo ápice de Kristen y convertir su cuerpo en la viva imagen de Diana; una mímesis por momentos turbadora que también experimentamos con la encarnación del mismo personaje por parte de Emma Corrin en “The Crown” (2016-).

El guion de Steven Knight –creador de “Peaky Blinders” (2013-)– permite a Stewart construir su personaje desde la melancolía. En el filme, la “princesa del pueblo” recuerda su infancia en la ahora deshabitada casa Spencer, no muy alejada del Palacio de Sandringham donde se encuentra ahora. Pero esta versión de Diana también se muestra acongojada, cuando se visualiza a sí misma como una futura Anna Bolena, sacrificada por el bien de la Casa de Windsor. Stewart transita el pasado añorado y el agorero devenir de su personaje en planos alternados donde corretea por los jardines y viste de blanco nupcial, de negro, y de otros coloridos atuendos. Todos ellos contrastan con el apagado paisaje de la campiña inglesa y sumen a la protagonista en una fotografía de una belleza dolorosa, casi insoportable, conforme avanza en sus diferentes dimensiones mentales. Larraín hace uso de una biografía adornada –o “fabulada”, como él mismo indica al comienzo de la película–, no necesariamente fiel a la realidad, para indagar en la psicología escondida detrás de una de las caras más conocidas del siglo XX. 

Kristen Stewart en “Personal Shopper”: pulsiones y anhelos.
Kristen Stewart en “Personal Shopper”: pulsiones y anhelos.

Hay una secuencia en “Spencer” muy reveladora acerca de la psique de la Princesa de Gales, en la que, en un ataque de ansiedad, la joven se atiborra de dulces en las cocinas de palacio. En “Personal Shopper” (2016), segunda colaboración de Stewart con el director francés Olivier Assayas después de “Viaje a Sils Maria” (2014), su personaje, Maureen, también escoge a su antojo las prendas de ropa de su jefa para vestirlas ella misma (e incluso masturbarse con ellas puestas). De alguna manera, poner en paralelo ambas imágenes consigue definir la pulsión de dos mujeres anhelantes de una voluntad personal, pero también el deseo de una actriz movida por transitar lo prohibido y actuar de manera opuesta a lo esperado.

Kristen Stewart encarna una frescura fluida, alejada de los estereotipos que le impiden proclamarse actriz de un solo género. Ello le ha permitido convertirse en una presencia central en el cine contemporáneo, situándose tanto a la cabeza de proyectos comerciales de la aparatosidad de “Los ángeles de Charlie” (Elizabeth Banks, 2019) como participar en “Certain Women” (2016), la pequeña antología de cuentos de Kelly Reichardt en torno a la feminidad en la América profunda. Antes de sumergirse en el personaje, su figura es un lienzo en blanco donde cineastas y responsables de casting han sabido ver tanto la manifestación de un espíritu combativo como un medio a través del que reencarnar mujeres históricas, fantasmagóricas o espirituales en busca de su lugar en el mundo. ∎

“Spencer”: la princesa en cautividad.
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