Es curioso: con ya más de veinte años de trayectoria en el underground madrileño quizá enredando de más, y a mucha honra, las ideas del rock alternativo de los noventa, el quinteto evolucionado de Healthcontrol ha dado con muchas de las claves de su sonido, por simplificación, en su quinto álbum de estudio. No por nada lo han llamado “Core”, supongo. En el que es su debut en raso., al mismo tiempo homenajean de forma sentida y sin darle demasiadas vueltas a todos los géneros que guardan en un rincón especial de sus corazones –todos casualmente terminados en core– y se dan un homenaje a sí mismos dejándose llevar por instintos musicales primarios y por la ambición –seguramente inconsciente– de resaltar los elementos esenciales que definen a la banda, que forman el núcleo de su sonido.
Cuentan sus miembros que, con la pandemia truncando los planes de gira de su anterior trabajo –“VLTRA” (2019)– y los muchos cambios que se derivan de los distintos accesos a las nuevas normalidades –mudanzas, ensanchamientos y complicaciones familiares, compromisos varios–, dedicar tiempo a la banda, encontrar un lugar y momento adecuado en el que poder reunirse en torno a la misma cosa, se había puesto prácticamente imposible. Y que cuando pudieron volver a hacerlo lo cogieron con tantas ganas que se dejaron llevar precisamente por ramalazos pasionales, por las músicas que les apetecía tocar, por las que echaban de menos escuchar. Se plasma a lo largo de todo “Core”, que va saltando de coordenadas sin miedo a perder el norte, guiándose en mucho por una intuición colectiva, pero muy concretamente al final de “Gente sonriendo en fotos” –donde parafrasean el mítico estribillo de “Como un burro amarrado en la puerta del baile” (El Último de la Fila) como quien canta por Extremoduro y Leño en un karaoke de Carabanchel– o en el anticlimático final que supone “Días felices”, un ensoñado tragaluz del que se intuye la confianza en futuros inciertos, sí, pero mejores.
Si colegas estilísticos como Viva Belgrado, bandera core nacional, tiran del hilo de Standstill para conectar los mundos indies con el post-hardcore a través de Berri Txarrak, Atención Tsunami dan la puntada desde los primeros León Benavente, y se acercan desde lo contemporáneo, pasando por la nueva oscuridad emocional –“Una habitación con vistas”; el slowcore expansivo de “Emo”–, a experimentos más arties: los vientos de “Rentistas”, que le dan un punto art punk que contrasta con la concreción de las letras, o en el otro extremo la lírica difusa y críptica de “Farenheit”, que parece aludir precisamente a los inciertos tiempos pandémicos. La configuración tan Dry Cleaning de “Politiza tu estrés”, dinámica y post-punk pero al mismo tiempo brillante, contenida, divagadora, hipnotizada por ese rítmico spoken word.
Atención Tsunami, en fin, dan con su mejor versión a base de dejarse llevar por su visión personal de la nostalgia, aceptando que nuestro presente son todas las sumas de los yos pasados y descartando cualquier sobrepensamiento, circunstancia que podría haberles lastrado en otro tiempo. Lo que venga será parte de la historia de un renacimiento. ∎
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