Hay un arte que consiste en saber crear y elegir una canción para cerrar un disco, ese broche perfecto que corona una obra conteniéndola toda, que ejerce de despedida y de esperanza de un nuevo rencuentro, que encierra tantas emociones que te deja lleno, y tirado, y con ganas de más al mismo tiempo, entre la serenidad y la añoranza.
Bill Fay ha hecho un disco en el que todas serían perfectas últimas canciones. Un tono de elegía, una borrachera de melancolía y épica intimista, da sentido a cada una de las trece canciones de
“Who Is The Sender?”, como si se traslucieran aún los más de cuarenta años que Fay estuvo sin grabar un disco, desde sus extraordinarios comienzos hasta el fabuloso
“Life Is People” (2012).
No es un tono de rencor o de tiempo perdido; al contrario: se siente tan agradecido a la música que se pregunta quién le envía ese don. El piano, el órgano o las cuerdas ponen la base a unas melodías cíclicas y naturales que Fay recorre con voz queda, apacible y entregada, de una tristeza crepuscular, en comunión con las cosas básicas de la vida, con la naturaleza. Conmovedor de principio, Fay vuelve a entregar un puñado de canciones extraordinarias en su sencillez, con arreglos que las arropan inmejorablemente:
“Underneath The Sun”,
“Who Is The Sender?”,
“A Page Incomplete”... Todas piden ser escuchadas una y otra vez cuando llegan al final del surco. ∎