En las antípodas de lo que fueron, ya no queda ni rastro de los arrebatos post-punk y noise-rock con los que
Blonde Redhead arremetían a su paso por el sello Touch And Go. Lejos del presente están el incendiario
“In An Expression Of The Inexpressible” (1998) o el posterior achaque conceptual de
“Melody Of Certain Damaged Lemons” (2000). Por el contrario, la evolución de Kazuo Makino y los hermanos Pace a lo largo de una década se ha dirigido hacia un perfeccionamiento melódico, siempre en clave
gainsbourgiana, en el que priman producciones cristalinas hermanadas con la electrónica, como las que confluyeron en su último trabajo,
“Penny Sparkle” (2010).
Cuatro años después,
“Barragán” (alusión al arquitecto mexicano Luis Barragán, no al cómico español) traza la habitual senda minimalista de los de Brooklyn en la que la producción de Drew Brown, ingeniero de sonido acreditado en los recientes trabajos de Beck o Charlotte Gainsbourg, ofrece vistosos contrastes entre instrumentación acústica y analógica. Y es que el caparazón de cortes como
“Lady M”,
“The One I Love” o
“No More Honey” está recubierto de una espesa capa de sonidos provenientes de flautas, arpas y múltiples efectos (digitales) que acolchan la tenue voz de Makino, cada vez más cómoda en el papel de musa del art rock contemporáneo. ∎