En muchas lecturas a posteriori de las escenas independientes de los años 90 se ha optado por el trazo grueso a la hora de describir los entornos socioeconómicos de sus participantes. El pop independiente se lee, a menudo, como un ejercicio de estilo de una clase privilegiada, como el juego posadolescente de unos hijos de papá que abandonan la música a los pocos años para meterse en la empresa familiar. No hay caso más ilustrativo de hasta qué punto esa generalización estaba errada que el de Trish Keenan, criada por una madre prostituta en una familia numerosa de una ciudad tan hostil en sus barrios proletarios como es Birmingham, centro de la Inglaterra más gris y desesperanzadora.
Broadcast fueron en su carrera de un pop relativamente heredero de los Stereolab y de la psicodelia sesentera menos ortodoxa (particularmente, bandas como The United States Of America o los inclasificables y eternos Silver Apples) a un sonido cada vez más difuso y sugerente. Nunca fueron un grupo que siguiera patrones preconcebidos, ni siquiera en sus titubeantes inicios, pero para cuando el proyecto dejó de existir debido a la tristísima y prematura muerte de su vocalista y líder era obvio que Broadcast estaban abandonando el pop por la vía directa.
Nada lo prueba mejor que este “Mother Is The Milky Way”, que la banda vendía en sus conciertos en la gira que dieron en el año 2009, dos años antes del fallecimiento de Keenan, y que ahora Warp recupera. Frente al “Microtronics” que se ha publicado paralelamente (juntos los dos volúmenes, rarezas que la banda distribuyó exclusivamente en giras de 2003 y 2005), este álbum los acerca más a la vanguardia del collage de sonido, pero no en la línea pop de unos Avalanches o el latido hip hop de DJ Shadow, sino acercándose a sonidos de pura vanguardia. Los timbres resultan familiares: mezclan sonoridades de folk psicodélico con su habitual gusto por los sintetizadores retro, tubas en “Elegant Elephant” o clarinetes en “The Aphid Sleeps”. Pero el resultado no tiene demasiado que ver con sus álbumes inmediatamente anteriores. La extrañeza sonora, su paseo por lo perturbador, por una atmósfera que remite a pesadillas infantiles y a una visión deformada del pasado, lo hace una escucha ardua, pero extraordinariamente valiosa.
Es curioso cómo, partiendo de bases totalmente distintas, Broadcast enlazaron con la lectura enrarecida del folk sesentero que hizo aquel breve pero fructífero movimiento que se dio en llamar New Weird America. Si aquellos partían de lo campestre para retorcerlo, en los Broadcast tardíos convergían el folk más oscuro (Nurse With Wound o Current 93) con la electrónica experimental, la música concreta con el pop esquivo, lo ensoñador con lo nostálgico. Joyas a rescatar. ∎
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