A veces queremos caldo y la vida nos da tres tazas. Queremos dormitorio, pero pudiendo salir de él. Porque en definitiva, cualquier lugar, físico o mental, literal o figurado, puede acabar convertido en una cárcel. La pandemia tuvo un poco este efecto, que se prorrogó con un natural rebote en cuanto nos empezamos a olvidar las mascarillas en casa. El ansia de aire que provocó el encierro se tradujo –además de en algún desfase de más que otro– en el desborde de las barreras del dormitorio, y así lo comprobamos por ejemplo en el excepcional disco de Grace Yves, “Janky Star” (2022). O en una de las mejores canciones publicadas hasta el momento en 2023, “Weightless”, primer adelanto con el que Arlo Parks ha dado a conocer un “My Soft Machine” en el que también parece abrirse al plenairismo de la mano del infalible Paul Epworth.

“Posdata”, el segundo álbum de la viguesa Daniela Costas, dani, hija de los Aerolíneas Federales Rosa Costas y Silvino Díaz –y sobrina, por extensión, de Miguel Costas de Siniestro Total–, sigue esta tendencia que quizá es más bien necesidad y por la que estamos viendo pasar a casi todos los artistas antes englobados bajo la ambigua etiqueta bedroom pop. La de soñar despierto desde el dormitorio con infinitas posibilidades. Vuelve a colaborar con el productor Aaron Rux, que ya estuvo detrás de “veinte” (2020), pero esta vez han trabajado en el estudio, construyendo una intimidad mucho más expansiva.

Y aunque siguen convocando una ambientación de cuarto cerrado a base de beats introspectivos, parece más una habitación como la que vimos en los visualizers de Bad Bunny para “YHLQMDLG” (2020). Una envuelta en neones de streamer, entre fondos rosas, destellos azules y brillos violetas; inundada de referencias y con la ventana abierta al mundo más grande que ha existido jamás: el smartphone. Su tamaño puede confundirse con el del walkman, pero brilla más, con esquizofrénica rutilancia, y emite soniquetes que nos recuerdan que el futuro, casi siempre, lo construimos imaginando finales alternativos de nuestro pasado.

Así, entre el tête-à-tête y el himno pop y a través de exprimirle todo el jugo a sus sutilísimas contradicciones, dani consigue en “Posdata” apuntalar un sonido solvente y personal, pero sobre todo propio. “Lento”, por ejemplo, combina una melodía de pop radiofónico con soleada psicodelia, y aun así se acerca sugerente al terreno del hyperpop. “Drum & Bossa” empieza como un cruce chill out entre el “Somewhere Only We Know” de Keane y “La flor de la manzana” de Nacho Vegas para montarse luego en la nu rave con la entrada de unos angulosos sintetizadores dance rock que se pelean con un seudodrum’n’bass. Y lo que parece minimalismo en la bonita balada “Usar y tirar” se torna de pronto explosión vía Bomba Estéreo.

Tan vintage como contemporáneo, tan nuestro como universal, “Posdata” sabe además rendir tributo a los clásicos desde su desacomplejada relectura. Italo disco y classic San Remo vibes para la generación TikTok –como en la coqueta “Nubes”, con reminiscencias de Ricchi e Poveri–, vibras lounge pasadas por filtros sintéticos –con sexis cortes de radio incluidos en la psicodélica “Una semana”–, canción francesa de ayer y de hoy –de Françoise Hardy o France Gall a Angèle–, bossa novas de caja de ritmos, funk afrancesado y seductor –rebe encontrándose con Parcels en “Ceras rosas”, una de las canciones más destacadas– o pop en clave urbana –de “Contigo” a una “Una vez más”, que se arrima a la electrónica con revestimiento exótico de Delaporte–, todo se mezcla con sabrosura en un trabajo, en fin, adaptado a las necesidades tránsfugas del pop actual, que premian cada vez más los márgenes y la diferencia. ∎