Lo ha dicho en más de una ocasión: se hizo cineasta porque no sabía cómo pintar cuadros con música.
David Lynch y el sonido siempre han tenido una relación fuerte, especial, y la utilización de este (y de las canciones) en sus películas es una baza fundamental en la creación de esos climas enfermos y alucinados que lo han convertido en un caso aparte en el universo fílmico mundial.
La nostalgia de una América perdida –la que cristalizó en las décadas de los cincuenta y sesenta– siempre reaparece en sus obras como un fantasma enfermo que lucha por recuperar la inocencia arrebatada. Estos ecos chorrean en las piezas que componen este
“Crazy Clown Time”, primer álbum oficial de “canciones” a su nombre tras su proyecto BlueBob junto al guitarrista John Neff, con álbum homónimo en 2001.
Cocinado en colaboración con el ingeniero de sonido Dean Hurley, el disco se mueve entre baladas arrastradas (con la voz de Lynch vocorizada o filtrada) y sencillos ejercicios de fiebre discotequera (el ya conocido
“Good Day Today”). Karen O (Yeah Yeah Yeahs), invitada en la apertura, se luce en el avasallador
“Pinky’s Dream”; haciendo
footing por el puente que podría unir a Suicide con Polly Jean Harvey.
Las guitarras con eco y las baterías chatarreras envuelven estas postales sonoras en el polvo de un pasado roto; Lynch desgrana textos breves y obsesivos sobre la pérdida y el poder del amor y levanta paisajes mentales tan inquietantes como evocadores.
“The Night With Bell Lightning” es un blues inspirado por la lectura de Kafka, mientras que en el tema titular –también en clave blues– observamos una escena de juventud alocada que parece un fotograma perdido de “Terciopelo azul” (1986).
En
stand-by desde la monumental, magistral, “Inland Empire” (2006), “Crazy Clown Time” actúa de magnífico placebo para dilatar la espera de otra de sus mágicas pesadillas. Y confirma que cualquier cosa salida de la mente de Lynch se impregna de su magnética, única personalidad. ∎