Una guitarra cristalina y atiborrada de eco, un ritmo arrastrado que anticipa el inevitable crescendo, esa voz como de primo perezoso de The Pains Of Being Pure At Heart, un… Un momento. ¿Deafheaven, dices? ¿Seguro? ¿Los mismos Deafheaven que hace apenas un par de años eran todo alaridos como de mazmorra medieval, guitarras ungidas en las turbias aguas del black metal y post-rock desfigurado a martillazos? ¿Los mismos que consiguieron darle una pátina cool a lo que hasta no hace mucho era refugio de pirómanos noruegos y quema-iglesias con problemas de socialización?
Otro vistazo al disco y, en efecto, no hay duda: he aquí Deafheaven y he aquí también “Infinite Granite”, trabajo con el que los de San Francisco envían al desván su eficaz y atronadora mezcla de shoegaze y black metal (blackgaze, lo llamaban) para probar fortuna en ríos algo menos revueltos.
Hace apenas un año, en 2020, la banda celebraba su décimo aniversario con “10 Years Gone”, asalvajada y furibunda retrospectiva en directo que, ahora lo sabemos, era también una despedida. Adiós a las voces guturales, las baterías al borde de la taquicardia y las guitarras untadas en betún, y puertas abiertas a Ride, My Bloody Valentine y el sonido C86. Adiós, en fin, a “Sunbather” (2013) y “New Bermuda” (2015) y salvas y saludos a una nueva manera de entenderse y explicarse a sí mismos. ¿Cambio de era además de golpe de timón? El tiempo lo dirá. Lo que queda claro es que a Deafheaven les ha podido más la valentía que el piloto automático y han dado por agotada una fórmula de la que aún podrían haber seguido sacando tajada.
Así, cambiando black metal por dream pop y atropello sonoro por seducción melódica, “Infinite Granite” viene a ser el primer paso, imperfecto aún, en un proceso de demolición y desescombro; una operación rescate para extraer las canciones de su coraza de granito e hierros retorcidos y llevarlas a campo abierto. Y por más que en el camino hayan sacrificado parte de su singularidad, “Infinite Granite” arroja unas cuantas pistas que confirman que la senda es la correcta. A saber: la luminosa y exultate “In Blur”, los ganchos melódicos de la explosiva “Lament For Wasps”, el hipnótico zumbido de “Neptune Raining Diamonds”, la engañosa calma de “Villain”, con esos coletazos finales que anudan “Infinite Granite” a “Ordinary Corrupt Human Love” (2018)...
Al final, todo suma en esta atrevida pirueta sonora que deja a Deafheaven a las puertas de una segunda juventud en la que la accesibilidad y el gusto por la melodía llevan la voz cantante y acaban haciendo buenas migas con una contundencia que, aunque matizada, sigue reclamando protagonismo de vez en cuando. Como muestra, esa“Mombasa” que cierra el álbum entre guitarras acuosas y ritmos perezosos y que ejemplifica a la perfección en tránsito entre una templanza casi pastoral y la explosión de electricidad asilvestrada. ∎
Para poder leer el contenido tienes que estar registrado.
Regístrate y podrás acceder a 3 artículos gratis al mes.