Derby Motoreta’s Burrito Kachimba devana la madeja que lleva décadas acumulándose en esa canilla sinfín que es el rock sevillano. La mayoría de las veces utiliza lanzaderas de rock duro y psicodelia, poniendo al día la valiosa herencia musical de la ciudad que vio nacer a Smash, Veneno, Triana o Pata Negra. Además, incorpora a su pinturera urdimbre las infalibles técnicas de maestros foráneos como Black Sabbath o Jimi Hendrix. El conocimiento profundo de las técnicas y los materiales de trabajo que configuran estas tradiciones le permite disponerlos en el telar con una perspectiva personal ajena a transcripciones sin sustancia. El grupo apuesta por un proceso creativo que aúna renovación y continuidad, mientras afianza la trama de un tapiz más consistente, colorido y detallista que en “Derby Motoreta’s Burrito Kachimba” (2019).

Más contundentes, mejor perfiladas, más profundas e intensas, las nuevas canciones del quinteto hispalense establecen contacto emocional a la primera. En algunos casos –hablamos de “Porselana Teeth”– sorprenden por el hondo lirismo que son capaces de extraer a un cuadro de costumbres nada romántico. En otros –por ejemplo en “13 monos”– parece que el espíritu de los Soundgarden de “Badmotorfinger” (1991) pasee entre los bloques de El Tardón. Tampoco tienen reparo en subrayar el acento meridional de “Gitana” antes de despeñar los versos por un abismo guitarrero que le guiña el ojo a “Omega” (1996) Morente & Lagartija Nick. Montados en “Turbocamello” e impulsados por riquísimos contrapuntos de percusión, alcanzan la caravana microtonal de King Gizzard & The Lizard Wizard. “Caño cojo” resalta el cariz progresivo de la rumba que brotó en los poblados dirigidos y en los arrabales del Madrid tardofranquista. Y en “Somnium Igni - Pt. 2” completan el fresco estilístico que empezaron a pintar en el primer álbum, rematándolo con ritmos que incitan a un baile libre de cualquier restricción. Mucha tela que cortar en este disco. Ninguna puntada sin hilo. ∎