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Como corresponde a un grupo ajeno a las prisas del momento y tan adepto del perfeccionismo, Desert se ha tomado diez años para lanzar su primer álbum en toda regla, “Caos sota el cel”; segundo si contamos el utilísimo manual de meditación “This Feeling Is You” (2020), cofirmado con la hipnoterapeuta Jessica Boston.
Cristina Checa y Eloi Caballé siguen también ajenos, para suerte de sus admiradores, a la necesidad de tener que elegir entre el pop o la experimentación, aunque en esta ocasión la balanza se decante algo más hacia lo segundo. Aunque su caos sea siempre organizado, el atrevimiento está ahí: se atreven a sacar aristas a su sonido, a buscar una belleza más extraña o a sacrificar, en pos de un mayor misterio, su conocida épica emocional. “Sacrificar” quizá sea el verbo que más usaron durante la creación del disco: cada tema se sostiene sobre los mimbres más esenciales y en mejor fricción. En el trabajo de diseño sónico han contado con ayuda, según han contado, de Arnau Vallvé (Manel), con quien comparten el estudio Can Sons en Barcelona.
“La idea es ser cada vez más minimalistas”, avisaba Caballé en mi entrevista con el grupo para Rockdelux por la edición de “Sense EP” (2018), en el que ya iniciaban seriamente su proceso de depuración. Pero la sorpresa es igual. Era difícil, por ejemplo, esperar un arranque como “Dogecoin”, conjugación de un spoken word sobre la citada divisa con un efectivo trasiego entre ambient beatífico y post-trance que imita las subidas y, sobre todo, bajadas de la economía cripto.
En su primer regreso al modo hiperbalada, Desert apuestan por la contención. El crescendo de “No pots perdre el control” podría haber desembocado en un drop colosal, pero ellos prefieren quedarse en un trip hop actualizado e hipersutil. Lo más cercano a sus viejas formas podría ser el hit “Ja no et tinc”, torch song de autoayuda que, a su vez, debería ser un salvavidas para otros; pero incluso en ella abrazan una nueva abrasividad que invita a pensar en Arca.
Otras sorpresas, otras formas inéditas: “Serà l’eco” y sus requiebros vocales (avant-)R&B sobre una base de dub digital. O el interludio “Intervals”, que ha de ser, tiene que ser, un homenaje claro a la síncopa vocal de Koreless en “Joy Squad”. O “Juliol de cel clar”, con algo del barroquismo MIDI de Oneohtrix Point Never. Y sobre todo, quizá, “Em vas dir”, con una voz más hablada que cantada y un sentido de la diversión antaño difícil de detectar en Desert. Esta vez, Checa responde al mal de amores con mala leche: “Me he apuntado a clases de karate por si acaso / me vuelve a pasar una cosa similar”.
Menos apegados al solipsismo y decididos a combatir el fuego con (gélido, sintético) fuego, reservan para el final una respuesta a esa toda esa gente que ha decidido ignorar la verdad y la posibilidad de matizar. “Qué quiere esta gente / Que me hace llorar por dentro”, canta Checa en “Què vol aquesta gent”, no tanto una versión del clásico antifranquista de 1968 de Maria del Mar Bonet como una hermana espiritual algo menos específica. La gran estocada final. ∎
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