La Asignatura Pendiente del cantaor granadino era el a todas luces coherente encuentro de textos lorquianos –los de “Poeta en Nueva York”: visionado apocalíptico de miserias urbanas ideado en la megaurbe tras el
crack de 1929– y partituras de Leonard Cohen, admirador confeso del poeta. Al casi inabordable surrealismo de la obra de Lorca correspondía un encuadre sonoro rupturista, excéntrico, vanguardista; el que se impone en
“Omega”, un disco trascendental y capital cuya unión de cante jondo y electricidad no debe ser malinterpretada a primera vista: el último Scott Walker, Diamanda Galás, Tricky o Sepultura se le acercan, en esencia e intenciones, más que Triana o Ketama.
Abre fuego
“Omega”, réquiem en alarmista
crescendo de diez minutos y emblema del diseño conceptual del álbum: guitarra flamenca de Miguel Ángel Cortés y coros y palmas de Antonio Carbonell y El Negri dando cancha a unos
Lagartija Nick que esparcen toxicidad
thrash y se crecen junto a un
Morente rendido a las aterradoras viñetas lorquianas. Un clímax abrumador servido como carta de presentación –situarlo al final del disco hubiera sido más sensato… más cobarde– y que advierte al oyente: aún está a tiempo de cambiar el último de cualquier cosa por este CD. Abrumador.
“Pequeño vals vienés” –respuesta a “Take This Waltz”, de Cohen– da un respiro: acordeón, percusiones y contrapunto creíblemente racial a la reluciente versión del canadiense. Y
“El pastor bobo” –como
“Vals en las ramas” o
“La aurora de Nueva York”, con Vicente Amigo– reflota a un Morente más ortodoxo dentro de su proverbial transgresión. Esta se hace más palpable en la reconstrucción de “First We Take Manhattan”, incendiaria declaración ideológica perpetrada entre espasmos guitarrísticos –intimidantes Lagartija Nick frente a la calidez flamenca de Cañizares– y con el beneplácito de Alberto Manzano, adaptador, también, de los textos de “Priest” –
“Sacerdotes”, originalmente en voz de Judy Collins; aquí con mano a mano guitarrero de Tomatito y Montoyita– y “Hallelujah”, catarsis con coros liberadores. Las brutales mutaciones de
“Vuelta de paseo” –ese alarmante
“¡asesinado por el cielo!” surgido de la bacanal eléctrica– y
“Ciudad sin sueño” resumen la voluntad revolucionaria de un álbum fundamental. Sin rodeos: histórico. ∎