El sexto álbum de Espanto empieza con el ruido blanco de un dial radiofónico, un fondo que suena a sintetizador Buchla y la voz de la escritora californiana Ursula K. Le Guin diciendo: “we will need writers who can remember freedom: poets, visionaries… the realists of a larger reality”. Por supuesto, todo es “real” –la radio, la supuesta consola analógica y la autora fallecida en 2018– en el dúctil universo de la grabación fonográfica. Tras la “Intro” arranca el coche, como Kraftwerk en “Autobhan” (1974), que da paso al enredo motorizado de “Estarán aparcando”. Espanto glosando el absurdo cotidiano de esa realidad tan necesitada de almas sensibles. Si “Rumores” es un nuevo álbum tirando a conceptual –esta vez sobre el poder de la palabra–, los riojanos paracen dar la “espantá” a las primeras de cambio. Otro sencillo podría ser “Estilo”, un microensayo surrealista y aliterativo –recurso habitual del dúo– sobre algunas cuestiones de estilo, combustible rumorológico por excelencia, donde prefieren repetir costumbrismo satírico a base de electro-glam-rock’n’roll, entre Gary Glitter, The Human League, Almodóvar & McNamara y Silicon Teens, antes que hablar mal. “El último rumor”, más centrada en el asunto que se traen entre manos, fue el primer single digital del nuevo ciclo de Espanto, así como canción del día para esta publicación a principios del verano pasado.

La vertiente mordaz de Espanto en “Rumores” no acaba ahí: “Rumor de fondo” podría ser un remedo parcial de “Mi querida España”, de Cecilia, en clave Astrud y su inolvidable “Hay un hombre en España”. Los discos de Teresa y Luis se parecen un poco a las viñetas de un tebeo, puede que “13, Rue del Percebe”. Otros cortes como “Filtros resonantes”, “La voz” o “El temblor de las palabras” asumen un papel más emocional y circunspecto, que no todo va a ser reírse de uno mismo y del vecino. Otro truco para ganar cohesión temática es el uso, sin pasarse, de cuñas catódicas, radiofónicas y cinematográficas –al final de “Mi río” creemos escuchar a Gracita Morales– como hacía el recopilatorio “Amen. Last Sunshine Deserts Of él Records” (1991), otro clásico del pop sin rimbombancias. La especialidad de estos dos intelectuales pop de Logroño es sacar a la palestra –corre el viejo rumor de que aún se dedican a la docencia– cuestiones profundas revestidas de celofán, como el ganso de “Speak & Spell” (1981), de Depeche Mode, aunque estén suscritos al club de la comedia para rebajar la graduación.

La síntesis más dulce soprano de Espanto aparece en temas renoirianos como la mencionada “Mi río”, orientalizantes como “Pájaros” –ríos y pájaros también protagonizan “Rumores”– o los tres donde Luis Bayo pone su voz: “¿Cómo fue?” –¿es Harry Dean Stanton quien sentencia al final “nobody’s in charge, I’m not in charge”?–, “Lorito” –devocionario alado con el don de la palabra, sin golpes bajos– y “El rumor del río” –donde canta como Carlos Entrena y suena a Spectrum–, justo antes de la síntesis impresionista de “Outro”. En “Rumores” abunda un sonido electrónico de cámara, o de cajita de música cuidadosamente nacarada en la producción y en su variedad de texturas. Solo “El temblor de las palabras” parece contener una guitarra acústica a lo The Assembly, antes de pasar a OMD y acabar recordando a “Yolanda”, de Pablo Milanés. Quizá un arpa en “La voz”. Sin nada que envidiar a “Cemento” (2021), “Rumores” es otra gran colección de canciones en torno a una idea central donde unos Espanto más maduros, menos espantados o más enamorados de la vida vuelven a cantarnos sus emociones profundas y afinadas observaciones sin importar el qué dirán. ∎