Leslie Feist bautizó su último álbum tras una gira que pasó por ciudades como Hamburgo, Toronto, Denver, Los Ángeles y Seattle entre 2021 y 2022. En estos conciertos-taller pretendía romper las barreras tradicionales que existen entre músico y público, convirtiendo a este último en el corazón del espectáculo sobre el escenario. En suma, una suerte de conciertos experimentales al modo de David Byrne, Peter Gabriel o Bobby McFerrin.
Desde que lanzó su primer disco solista, “Monarch. Lay Jour Jewelled Head Down” (1999), Feist se ha mostrado como una cantautora indie de pop extrovertido, con composiciones originales, metáforas agudas y melodiosa voz. Y las nominaciones a los Juno Awards y a los Grammy por “The Reminder” (2007) ayudaron a consolidar su carrera. Sin embargo, después de “Pleasure” (2017), la artista vivió un período turbulento en su vida. En 2019 adoptó una hija, se mudó de su Toronto natal a Los Ángeles y luego al campo en Canadá para aislarse durante la pandemia junto a su padre, cuya inesperada muerte tuvo que enfrentar pocos meses antes del primer concierto tras la parada vírica, en la primavera de 2021. Fue durante ese tiempo de cambios y golpes emotivos donde medio compuso las canciones para los conciertos-residencia, donde las terminaría de dar forma con estas “multitudes” sobre la escena. Finalmente, volvió a California para grabar el disco junto a sus colaboradores habituales: Robbie Lackritz, Chilly Gonzales y Mocky.
A diferencia de sus trabajos anteriores, esta nueva entrega está llena de contrastes y quiebros, con un sonido poco habitual, quizá porque deseaba una proximidad única con el oyente, tanto en las guitarras como en la desnuda voz. Esto se hace palpable en canciones como “Forever Before”, “Hiding Out In The Open” o “Love Who We Are Meant To”, cuyas letras además se sumergen en reflexiones introspectivas y existenciales, acompañadas de una guitarra folk percusiva, cuerdas y algunos arreglos ambientales.
“The Redwing” conjuga todo lo anterior, pero lo hace desde la belleza esperanzadora del trinar de los pájaros por la mañana. Otro tanto ocurre con el elogio feminista de “Of Womankind”, o en “In Lightning”, tema en que la cantante nos entrega sus conocidas capas vocales armonizadas, que combinadas con una potencia percusiva llega al punto de rito catártico en “Calling All The Gods”. “Borrow Trouble” es un himno de indie pop energético que escapa al tono general. Finalmente, “I Took All My Rings Off” y “Become The Earth” tocan más directamente el tema de la muerte como la unión con la inmensidad, el primero desde una especie de psicodelia space-folk y el segundo desde un ambient coral ensoñador. Así, el disco en general evoca un tono emotivo e intimista arrollador, que recuerda a Nick Drake o Joni Mitchell. ∎
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