A Fetus les cambió la vida trabajar sobre el repertorio de Jaume Arnella en “Sota, cavall i rei” (2020), su tercer álbum. Arnella, eminente divulgador de cancioneros tradicionales y populares catalanes, con una inabordable trayectoria en solitario desde los tiempos de Grup de Folk y Els Sapastres (finales de los 60 y principios de los 70 del siglo pasado) y habitual del festival Tradicionàrius, sirvió entonces a los ampurdaneses como sostén compositivo (trabajaron sobre sus canciones), pero este disco demuestra que también fue un molde para que el punk rock ramoniano de Adrià Cortadellas (voz y guitarra), Telm Terradas (bajo) y Adrià Jiménez (batería) haya virado, quién sabe si definitivamente, a esa fórmula de Pogues a la catalana que el propio trío asume como propio en cada entrevista: no hay más que escuchar aquí el inicio de “Estel roig”, que es el mismo de “Dirty Old Town”, para verificarlo. Y parece que va para largo, porque afirman haber compuesto material para dos discos. Este lo produce de nuevo Joan Colomo.

La diferencia radica esta vez en que las composiciones son propias, aunque inspiradas en leyendas y personajes históricos de los siglos XVII, XVIII y XIX, pero siguen el mismo modus operandi: adaptarlos a un formato que sigue siendo punk rock, pero en clave más tabernaria y celta (inevitable recordar a La M.O.D.A. en algunos pasajes, e incluso –sí– a los primeros Celtas Cortos, al menos en “El Rebombori del Pa”), en el que la narratividad condiciona también el formato, porque ya no siempre precisan de estribillos rotundos. Y es ahí donde también destacan sobremanera la instrumentación celta que aporta Ricard Ros (al sac de gemecs, la gaita tradicional de los territorios catalanoparlantes, y a los whistles, la flauta irlandesa) y especialmente el acordeón diatónico de Carles Belda, prominente en “Goigs de Sant Martí” (con los Borbones en la picota), “Lo mariner de Sant Pau” (leyenda sobre un marinero que lo perdió todo tras un temporal y rehízo su vida como pagés) o “Isabel Cinc Hores”, que honra la memoria de Isabel Vilà, la primera mujer sindicalista catalana, pionera en la lucha por las cinco horas para el trabajo infantil en la segunda mitad del siglo XIX. Belda también había trabajado con Jaume Arnella, así que la integración de todos los elementos debió ser fácil. Transpira fluidez.

En cualquier caso, hay aquí canciones en las que Fetus no dejan de sonar también a los Fetus de antes de 2021, a ese punk rock bullicioso que igual puede remitir a The Jam o a The Libertines, y ocurre en aquellos cortes en los que los teclados de Guillem Caballero (Els Surfing Sirles, Chaqueta de Chándal) cobran primer plano: “La revolta de Rabioses” (sobre la revuelta de Cruïlles, en el Baix Empordà, en la que las mujeres se rebelaron contra al derecho de pernada) o “El Rellotger de Creixells” (bandolero sobre quien escribió Josep Pla) son dos buenos ejemplos. Todos conforman una eficaz combinación de transmisión oral de una tradición popular que no debería perderse y un hervor punk que lo es tanto en el fondo –aunque no lo parezca tanto– como en las formas. Corazón y cabeza, seny i rauxa, valga el tópico, en canciones hechas para ser cantadas con la mandíbula prieta, el puño en alto y la memoria bien despierta. ∎