En los confines de un sinfín de estilos que terminan por otorgarle una personalidad propia identificada por el uso sin prejuicios del violonchelo, Gaspar Claus entrega a los 38 años su primer disco propiamente a su nombre y en solitario como la culminación de un largo camino de búsquedas y diálogos. En este caso, lo hace únicamente con su instrumento de aventuras, con el cual se fusiona hasta el punto de ser uno mismo, tocándolo, frotándolo, rasgándolo, percutiéndolo y ofreciendo once temas que se antojan tanto una orquesta de cámara como una sinfónica. Y ciñendo más que nunca el sonido a una historia, unas melodías y una atmósfera que sean reconocibles aunque mantengan todo su halo de misterio.

Este era el objetivo, resuelto brillantemente tras cuatro años de trabajo, en sus idas y venidas entre Banyuls, en la Costa Colorada, al otro lado pirenaico de la Costa Brava, las costas vasca y normanda y París. Y, por ello, la foto de “Tancade” es de unos amigos suyos en una playa nudista en un lugar no determinado, pero que evoca el descanso que podrían tener unos marinos tras una larga travesía por el mar contra vientos y mareas.

Porque Gaspar Claus viene de lejos, y siempre azotándose con todo tipo de compañeros de viaje, sean del flamenco heterodoxo (su padre Pedro Soler, guitarrista nacido en Narbona), del pop o de la electrónica vanguardista (Jim O’Rourke, Keiji Haino, Matt Elliott, Casper Clausen, Sufjan Stevens o Bryce Dessner; muy recomendables sus improvisaciones de “One Night Stand #1”, directo del año 2012 en Brooklyn publicado en 2016), de la canción francesa o afines (Flavien Berger, Barbara Carlotti, Rone… ), del jazz experimental (su trío de violonchelos Vacarme… ), de las bandas sonoras (las escapadas congolesas para los originales documentales “Makala” y “Kongo”) o del folclore ibérico (“Jo estava que m’abrasava”, junto a Marion Cousin, que rescata canciones tradicionales mallorquinas y menorquinas que editó en su propio sello, Les Disques du Festival Permanent, en 2016).

Fiel también a la discográfica InFiné, que cuida a estos artistas que navegan entre el neoclásico y el ambient, su “Tancade” llega a puerto con temas que despiertan la curiosidad (“Une foule”), reconfortan (“E.T.”), maravillan (“Aux confins”), arrebatan (“Ô sélénites”) o nos cuentan una historia en árabe (“Mer des mystères amoureux”, con voz de Lyna Zouaoui). Y una vez hecha la travesía en solitario, para el directo añade la sutilidad electrónica de Basile3, músico de Grenoble, en la versión más definida y compacta que jamás haya hecho el inclasificable Claus sin perder su libertad. ∎