Lo deja claro ya desde ese título escrito en mayúsculas y con signo de admiración: Marie Ulven está de vuelta con más energía que nunca. En los años transcurridos desde “if i could make it go quiet” (2021), parece haber pasado algo de tiempo fuera de la industria, aprendiendo a quererse, a dominar sus pensamientos intrusivos más negativos. Por eso la chica que escribe su alias en minúscula se atreve con el all caps.
“I’m back, I’m better than ever / Life’s so good when you’re as light as feather”, canta en “I’m Back”, ese notable arranque en clave de electrónica naíf, engañosamente reposado para un disco que es pura exaltación pop. En el mismo tema admite, sea como sea, que a veces le puede la oscuridad, pero ahora sabe que esa fase es algo que pasará. La posterior “DOING IT AGAIN BABY” prorroga el espíritu de autoafirmación: “I’m on a new level, something’s got me feeling like / I could be inflammable, and I might be”. Los arreglos y la producción, que Ulven comparte otra vez con Matías Téllez (Young Dreams), apuntan ya hacia el maximalismo; cuando suena ese interludio de banjo casi cartoonesco, uno se pregunta si aquí hacían falta más terceras opiniones.
Los discos de girl in red no pueden no acoger el desamor, o las asimetrías emocionales, o esos gestos que prometían pero, en realidad, no iban por ahí. Ni siquiera uno de aparente resurrección en caja alta. La mayoría de las canciones parecen estar dirigidas a una chica que le partió el corazón en dos. Su respuesta adopta la forma, en primer lugar, de una balada mutante arrebatada llamada “Too Much”, uno de sus mejores temas hasta la fecha y algo así como el “vampire” (Olivia Rodrigo) de este 2024: puro drama, pura épica, toda una odisea de solo tres minutos. El estribillo es el mejor momento, pero ¿qué decir de las cuchilladas sintéticas con que la melodía deja de ser dulce? ¿O el inspirado giro mall-punk de 1:53? Faltan las palabras.
Por desgracia, no siempre los elementos arriesgados y cambios bruscos funcionan igual de bien. Pasaba en el segundo tema con el banjo y pasa en “Phantom Pain” con esa declaración de amor en tres idiomas adornada con trinos de pájaros. Por supuesto, es irónico, o cursi de una manera autoconsciente, pero no deja de ser, lo siento, too much. Tampoco sé si se debe estropear el flow de “You Need Me Now?” con una presentación nerviosa (“oh my god!”) de la invitada Sabrina Carpenter. De acuerdo, la primera vez te ríes, pero a la quinta cansa un poco.
El horror vacui está más controlado en algunas buenas canciones de la segunda mitad: nada que objetar, solo estupenda intuición pop, en “A Night To Remember” y “New Love”, temas de trote contagioso sobre, respectivamente, una inmejorable primera impresión y la felicidad de la ignorancia. También simpática resulta la balada “Pick Me”, en parte porque ese título es puro chantaje emocional para todos los que amamos la recta inicial de “Anatomía de Grey”. Sea o no voluntario el guiño, con ello Ulven acaba de ganarse nuevamente mis simpatías, a pesar de los pequeños resbalones. ∎
Para poder leer el contenido tienes que estar registrado.
Regístrate y podrás acceder a 3 artículos gratis al mes.