Como más o menos todo el firmamento pop, de Lorde a Kendrick Lamar pasando por Taylor Swift, el confinamiento le ha servido a Harry Styles para reexaminar su vida, darle una vuelta a su escala de prioridades y poner en primer plano lo doméstico y lo carnal. Para promocionar “Harry’s House” ha concedido una amplia y significativa entrevista a ‘Better Homes & Gardens’, una de las revistas más vendidas de Estados Unidos que gira en torno a, mmm, la decoración y remodelación de hogares. Este tercer disco está obsesionado con la buena vida derivada de comer bien, follar mejor, tomar drogas carísimas, viajar lejos, pero, sobre todo, compartir espacios físicos con tu media naranja.
Es también un disco familiar. Ya van tres álbumes en los que Harry Styles ha mantenido el núcleo duro de la producción en sus hombres de confianza, Kid Harpoon y Taylor Johnson, que facturan un sonido muy Styles pero, sobre todo, muy british, sin ningún featuring acreditado (aunque por aquí y por ahí aparecen amigos ilustres como Dev Hynes de Blood Orange, John Mayer y Ben Harper) ni mucho menos concesiones al latineo o lo urbano. Poco a poco, eso sí, Styles ha ido virando del furor cosplayer de su álbum debut, obsesión pura por el rock clásico –básicamente glam y soft–, hacia un sonido cada vez más pop.
Pero mientras que su anterior trabajo, “Fine Line” (2019), abrazaba la nostalgia de los años 70 con cierta obsesión por conseguir el hit radiofónico pluscuamperfecto (y lo conseguía en varias ocasiones), este “Harry’s House”, “As It Was” aparte, se siente cómodo buscando un equilibrio entre la tradición pop, que aquí se basa en revisar el funk de los 90, el synthpop de los 80 y el folk de los 90, y la búsqueda de sonidos algo más modernos. En “Fine Line” ya había momentos que sonaban a Vampire Weekend y, aquí hay una explícita celebración del pop de la blogosfera, con guiños a Passion Pit, Metronomy y esa clase de bandas que entendían el baile como una forma de establecer contacto con terceros con elegancia y sensualidad.
En la citada entrevista a ‘Better Homes & Gardens’, Harry Styles decía que este disco, obviamente, gira en torno a la idea del hogar, pero más en un sentido de espacio físico, pese a que hay muchas referencias a cocinas (y a cocaína) y a “sentarse en el jardín” y “sirope de arce, café y crepes para dos”, pero también al hogar “en términos de estado y salud mental”. En “Matilda”, una preciosa balada con chelo de Dev Hynes inspirada en el personaje homónimo de Roald Dahl, canta: “Puedes celebrar una fiesta llena de todo el mundo que conoces y no invitar a tu familia porque nunca te mostraron amor”. Y hay otra pequeña maravilla folk en la segunda y más sosegada mitad del disco que firma Tobias Jesso Jr. que se titula “Boyfriends” y no “Girlfriends”. Styles es un chico listo y conoce bien su público, aunque se le haya acusado, no pocas veces, de queerbaiting.
Por lo demás, sigue siendo tan hermético respecto a su vida privada como lo fue en el pasado. Pero en “Harry’s House” hay suficientes migajas y huevos de pascua como para romper internet. En esa maravilla de single y banda sonora omnipresente de TikTok que es “As It Was” con sintes A-ha y campanas que anuncian “canción del año”, el ex One Direction suelta la bomba: “Deja América y le siguen dos hijos”. Sí, Olivia Wilde, con la que se le ha relacionado recientemente y cuya próxima película va a protagonizar Styles, tiene dos retoños. Y en el funk casi disco de “Cinema” espeta, con algo de bravado, un “traigo el pop al cine”. Styles suena en todo el álbum con exceso de confianza, pero nunca engreído, es el sonido de un hombre satisfecho y pasándoselo en grande. Es una sensación tremendamente contagiosa, y de eso, al fin y al cabo, va el pop. ∎
Para poder leer el contenido tienes que estar registrado.
Regístrate y podrás acceder a 3 artículos gratis al mes.