Álbum

Helado Negro

PHASOR4AD-Popstock!, 2024

13. 02. 2024

Un phasor puede ser dos cosas: un pedal de fase o la representación gráfica en plano de una oscilación. Y las dos encarnan muy bien los planteamientos de los que parte el nuevo álbum de Helado Negro: los cambios de fase, la ondulación sinusoidal, la matemática de la inspiración y el choque entre concepto y realización. Cuenta Roberto Lange que pasó varios días experimentando con el SalMar, un enorme sintetizador generativo (navegado por una serie de interruptores digitales que controlan osciladores analógicos”) diseñado por Salvatore Martirano en la Universidad de Champaign, Illinois, y que de esas ideas surgieron la mayoría de las canciones de “PHASOR”, o al menos el espíritu que iba a ligarlas, el lienzo sobre el que todas iban a dibujarse. El fondo y el paisaje.

No deja de ser una continuación de las inquietudes electrónicas, siempre minimalistas y experimentales, centradas en la circularidad de lo oscilatorio y en la monotonía y la repetición, que Lange empezó a desarrollar desde los encierros pandémicos, y que ya estaban de algún modo esbozadas en “Far In” (2021). En la primera canción de “Phasor”, que homenajea a la acordeonista, compositora y pionera de la música electrónica Pauline Oliveros y a Lupe Lopez, una ingeniera de amplificadores de Fender, el norteamericano va un paso más allá y se reconoce a sí mismo en esta personalidad artística: “Y ya sé quien soy”, canta en castellano.

Pero estábamos hablando de paisaje. Y es que, pese a que todos los laberintos recorridos por Lange con el SalMar puedan resultar en música indescifrable, en códigos, abstracciones, bucles y matemáticas, “PHASOR” finalmente no es un disco ni demasiado cerebral ni demasiado rebuscado ni concreto en ninguna de las acepciones. Se abre, por el contrario, a la emoción, a la contemplación y al anhelo, a la volatilidad del instante y a la imaginación desbordante. Usa un enfoque impresionista para tratar de detenerse en la transitoriedad del momento, se para a admirar las cosas sencillas y se asoma a vislumbrar lo sublime. En “Best For You And Me”, con un registro más pop que nunca y con mucho groove, dibuja escenas del divorcio de sus padres con vívida nitidez, pero al mismo tiempo bajo una extraña refracción. “Mamá está dormida (...) Papá no está en casa (...) Y yo salgo fuera, mirando a una luna demasiado amplia”.

Recolocado desde hace ya varios años en Carolina del Norte, el Lange tras “PHASOR” también nos habla de una reconexión con la naturaleza y con el plain-air, y logra que todos los sonidos sirvan a definir la banda sonora del paisaje, un collage de loops y texturas que oscilan entre lo orgánico y lo electrónico y que, sobre todo, se recrean (quizá paradójicamente) en la materialidad abstracta de las cosas, como en esos grooves que marcan el final ondulante de “I Just Want To Wake Up With You”. “PHASOR” no puede sonar más humano. Vulnerable y al mismo tiempo seguro. Conectado. Y curioso, como el personaje que persigue al eco en “Eco Tricks Me”, cabalgando hacia ritmos desconocidos o trances místicos de psicodelia electrónica como “Out There” o esa “Wish You Could Be Here” que no desentonaría en un recopilatorio de Hyperdub: “Follow me to see holding all the same”. El disco exhorta a la exploración, invita a descubrir sus propios paisajes. Pero a hacerlo sin brújula: en el sueño lúcido en el que te sume Lange, abrigado siempre entre brumas psicodélicas, las escaleras sobre el abismo siempre van viendo cómo sus escalones se suceden los unos a los otros, haciendo de cada paso un salto de fe. Hace tiempo que el de Florida entendió que el camino lo marcamos nosotros según andamos, pero en “PHASOR” es cuando se le ve completamente convencido de ello. Sin miedo. Sin necesidad de fe. Ahora está andando su propio camino. ∎

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