Reedición

Heldon

Un rêve sans conséquence spéciale / Interface / Stand ByBureau B-Gran Sol, 2020

Rockdelux 393

(Abril 2020)

Heldon es de esas bandas cuya entrada en la rockipedia no tiene la extensión merecida. Liderada por el dotado Richard Pinhas, el combo francés se situó en la primera avanzadilla del maridaje entre electrónica y rock, convirtiéndose con el paso de los años en seña perceptible de la música industrial y del techno de Detroit, así como de artistas de distinto pelaje: Merzbow o Squarepusher, por ejemplo. Ahora hay que agradecer a Bureau B la oportunidad de recuperar la discografía esencial de la banda gala, la resultante de su frenético período entre 1974 y 1979 (siete LPs). Tras recuperar hace dos años sus primeras cuatro referencias (reseñadas en RDL 373 y RDL 375), ahora completan el lote estas tres nuevas entradas.

El músico francés nunca ocultó su predilección por Robert Fripp y las comuniones de este con la electrónica de Brian Eno, hasta el punto que “Un rêve sans conséquence spéciale” (1976) fue denominado así después de un bootleg en directo de King Crimson. Remolinos de guitarra se vuelcan en la progresiva “Marie Virginie C.”. El gamelán y el exotismo percusivo se infiltran en la polirritmia que hace latir a “Elephanta”. Mientras, en la cara B, “Toward The Red Line” se enfila por senderos transitados por Hawkwind.

Su sexto álbum de estudio, “Interface” (1977), quedó catalogado entre sus piezas más influyentes. Un LP forrado por un space rock voluble, expandido mediante un patchwork mutante de sintetizadores, fuzz aullador y patrones rítmicos acuciantes. Un sonido cuya muestra más representativa queda serigrafiada en el extenso tema homónimo.

Por último, “Stand By” (1979) supuso su cierre de la década y claudicación como banda. Un trabajo en que el sintetizador se apodera del núcleo sonoro para dar forma a atmósferas envolventes e inquietantes, no muy alejadas de las de coetáneos del mundo de las bandas sonoras (John Carpenter, Goblin). Pese a la predominancia del Moog, se enriquece con riffs de guitarra, piano y una percusión resfriada. Incluso la voz no queda repudiada: en “Bolero” irrumpe una robótica, y en “Une drôle de journée”, la de Klaus Blasquiz de Magma. ∎

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