Que el rap español –o hecho en España– está viviendo una etapa dorada nadie podrá negarlo. La omnipresencia cultural del hip hop en países como Estados Unidos por fin tiene su eco en nuestro mercado y los lanzamientos de interés empiezan a darse con una regularidad que antes no existía. Causa o consecuencia del excelente estado de salud de la escena, este disco de Hoke y Louis Amoeba entra dentro de dicha categoría hasta el punto de que ha sido, hasta el momento, el gran fenómeno conversacional de 2022 en cuanto a rap patrio.
Parido desde el esfuerzo y la independencia, “BBO” es el resultado de más de un año de anticipación y ansiosa espera. Un disco compacto y directo pero laberíntico, que se basa en la fórmula dual MC más productor. El primero, Hoke, es el heredero de una larga tradición de raperos valencianos y, pese a que su carrera es corta, parece obvio que se ha bregado en las trincheras del hip hop y el rap. Aquí lo demuestra sobradamente. Por su parte Louis Amoeba, productor y la otra mitad responsable de este trabajo, cuenta en su haber con otra gran obra de autor (o coautor) del reciente rap en español: “Last 2 People On Earth” (2020), junto al madrileño Ébano.
La poca perspectiva que podrían otorgar los escasos días que han pasado desde su lanzamiento se ha visto superada por un consenso en la acogida del público. Hay varios motivos para ello. Obsesivo y detallista, “BBO” es una pequeña joya que encapsula no tantísimas razones, pero seguramente las justas para que podamos estar hablando de una obra llamada a perdurar.
Basa su fórmula en varios argumentos: a nivel de enfoque creativo y estético, se enroca en el imaginario deportivo –olímpico, para más señas– que permite a Hoke esconder desde un sinfín de referencias que remiten a la propia esencia del rap hasta simplemente contar una historia de superación común, pero no por ello corriente. “BBO” podría ser el relato de quien busca una vida mejor, ya sea a través de la música, de un trabajo en el extranjero o de una existencia en los márgenes del sistema que escupe a sus jóvenes.
A nivel letrístico y formal, Hoke despliega un estilo de escritura y un delivery que se encuentra cómodo en las aliteraciones, las rimas internas, el name dropping, los dobles sentidos y los giros y quiebros finales, con querencia por las referencias al grafiti, al struggle diario, al orgullo en las prendas o al mundo cannábico. Aun así su universo no se queda pequeño –quizá con puntuales excepciones– y a lo largo del disco se suceden los momentos en que nos llevamos las manos a la cabeza por una rima inesperada o una capacidad de escritura al nivel de los mejores. En resumen: bolígrafo y estilo de OG en el cuerpo de un talento joven.
En lo que atañe a lo musical, el trabajo de Amoeba le permite seguir posicionándose como productor de referencia y peso pesado. Y en sinónimo de garantía para todo aquel MC que quiera sacar un álbum con todas las letras. Poniendo una amplia variedad cromática a disposición del oyente, los once cortes de “BBO” conforman una paleta ecléctica aunque coherente, en la que brillan con luz propia propuestas como las ya conocidas “Five O” y “Medallones”, sublimes ambas, así como “TT” o la preciosa y preciosista “Automático”, en un registro inesperado pero que ayuda a que el álbum se eleve. Sumemos también su trabajo en la mezcla y masterización junto a Pablo Martín para dar forma a un disco que suena, literalmente, muy bien.
En las colaboraciones encontramos viejos conocidos y nombres esperados, como puede ser el del ya mencionado Ébano por partida doble, el de un Cruz Cafuné que sin dejar de lado su estilo se acerca a la propuesta planteada por Hoke –lo que dice mucho, y bueno, de ambos– y el de unos Ill Pekeño y Ergo Pro que hacen lo que mejor saben: pasear uno de los estilos más auténticos rapeando –ambos, pero quizás aquí gana Ergo– y mostrar una capacidad de escritura excepcional: en este caso el galardón se lo lleva Ill Pekeño con un verso plagado de homenajes a las figuras del rap valenciano como Fill Black o Chicoes3. Sin duda, el dúo a seguir del rap en España.
“BBO” es un disco redondo en el que nada sobra. Si acaso, falta: más canciones, quizá ver a Hoke en otros registros líricos, no así sonoros. El debate sobre su duración lo es también sobre el signo de los tiempos, que da lugar a álbumes cada vez más cortos. Las sombras puntuales en algunas letras son causa lógica de un estilo como el de Hoke, que busca tensionar y estresar palabras y conceptos. Todo ello se ve ampliamente superado por la propuesta: un trabajo que dignifica el concepto de rap canónico y dogmático, bebiendo de lo clásico pero sin dejarse apolillar por tópicos o deudas heredadas de viejas generaciones. ¿El resumen final? Hoke y Lucho, MVPs; “BBO”, medalla de oro. ∎
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