El corte 2, “Cançó animada”, es la declaración de intenciones que mejor define el contenido del sexto álbum de Joan Colomo. Afirma ahí que buscaba una canción bailable, optimista y fácil de cantar y no otro disco triste, pero que la situación, el entorno, lo llevó a asumir la imposibilidad de conseguirlo. En realidad, “Disc trist” no es tan triste –tomemos todo esto como parte de esa ironía que ya es marca de la casa Colomo–, pero sí refleja un estado mental constantemente agridulce, entre el nihilismo y la perplejidad ante las cosas que suceden en estos distópicos tiempos. Supongo que es inevitable pensar en los vaivenes anímicos, sentimentales e incluso políticos que nos deja la pandemia, pero también es cierto que el tipo de textos que aquí vemos no difieren tanto del sardónico y, al tiempo, honesto estilo que siempre ha cultivado este músico de espíritu libérrimo en sus discos en solitario.

Lo que sí cambia es que, esta vez, todas las letras son en catalán –lengua que solía alternar con el castellano– y que la producción tiene un tono sorprendentemente unitario, menos ecléctico de lo habitual en él. Se tira hacia un pop electrónico que podría lindar con el ascendente metafísico de Ferran Palau o El Petit de Cal Eril pero sin metafísica, con una poética que tiene que ver más con el costumbrismo tocapelotas de Albert Pla aunque aún lejos de la genialidad de este. Destaca “Salvem el planeta!”, que es todo lo contrario de las canciones con este lema popularizadas por, pongamos, Michael Jackson o Macaco, y que echa a correr hacia una causticidad bastante alocada.

“Currículum” es un compendio de los errores e imperfecciones que el autor se quiere atribuir, casi a modo de negación de la cultura imperante del autoensalzamiento y, mi favorita, “En Bernat i la Maria”, me recuerda a “Vidas paralelas” de Kiko Veneno, aunque con más hincapié en la brecha de género y la precariedad laboral. Su narrativa, construida a través de los días de la semana, parece ser que se la inspiró la canción infantil popular “La masovera”. Colomo todavía no ha entregado una obra de alto calado, que vaya a perdurar en nuestra cultura pop o lo convierta en el artista favorito de nadie, pero paso a paso se reafirma como un autor de carácter, absolutamente único. ∎