Existen pocas vías mejores para darse a conocer en la música que contar con el mecenazgo de Tom Waits. Y así es como la joven tejana
Jolie Holland se hizo con un contrato para debutar con
“Catalpa” (2003) en el sello Anti. Holland ya dejó su huella en el primer disco de The Be Good Tanyas, “Blue Horse” (2001), pero poco después ya se centraba en su carrera como solista, la que hoy desemboca en
“Escondida”. Igual que sus excompañeras, Jolie sabe acercarse a la tradición del folk, al country, al góspel y al blues con una naturalidad que difumina cualquier olor a antiguo. Su voz es y suena joven, pero quizá no irradie el optimismo de las Be Good Tanyas de “Chinatown”. Estaría a medio camino entre estas y la gravedad de Gillian Welch.
“Me enamoré de un chico que tiene un verdadero romance con un tren”, lamenta en
“Sascha”, dando una nueva vida a la vieja historia de la chica enamorada de un seductor fugaz.
“Dame esa morfina pasada de moda. Es buena para mí. Fue buena para el abuelo, para Billy Boroughs, para Isabelle Eberhardt”, canta luego en
“Old Fashioned Morphine”, sobre una estructura góspel. Sí, juega fuerte. Incluso retuerce la pronunciación de las palabras en
“Good-Bye California” (una de las que presenta un aspecto más arcaico y deja un regusto más fresco) como un minero paleto y lo hace con una determinación poco común. Y en
“Do You?” plasma con escalofriante simplicidad la atemporal cualidad de su música, de la música de y para el corazón:
“¿Qué hiciste cuando te llamaba? ¿Acaso me oíste? Hijo de puta, te quería a ti”. Es una escena sin fecha. Es otra canción que huele a primera mano, a vida. Y Jolie Holland ya se ha colado en la nuestra. ∎