Álbum

Julio Bustamante & Lavanda

Sueños emisariosEl Volcán Música, 2022

06. 07. 2022

Sutil y delicado. Como la lluvia fina que parece que no pero que resulta que sí y al final acaba calando. Empapando. Como un agradable chapuzón en el Mediterráneo. Así suena “Sueños emisarios”, disco con el que Julio Bustamante sale de su escondrijo de artista de culto para desenredar la madeja del pop y el folk mediterráneo con una docena de canciones en batín y pantuflas. Mis días son un vuelo permanente alrededor del sol de las canciones”, anuncia el valenciano en “Las órbitas elípticas”. Y así, girando sobre sí mismo y sobre unas composiciones que no aireaba ni compartía desde La misión del copiloto” (2017), Bustamante se erige de nuevo en sabio de la tribu y tipo cabal donde los haya.

Ya nos lo advierte en “Sí o no”: Y si acaso te despistas / volverás a estas canción / porque no encontrarás nada / donde vivir mejor”. He aquí, pues, un buena colección de versos y melodías en los que quedarse a vivir un rato; canciones escritas en dos tandas, antes de la pandemia y durante el confinamiento, que dan forma a una suerte de atípico disco doble en el que, bromea Bustamante, todos los temas van en uno solo. Dos estados de ánimo bien diferentes conectados por la voz ajada y ahumada de Bustamante y los dulces coros de Montse Azorín. Dos momentos históricos que, del costumbrismo doméstico a la reflexión introspectiva, parecen fundirse en Visiones”, una antigua canción que Lucas, el hijo de Bustamante, le propuso grabar como respuesta a los rigores de la pandemia.

Es el momento de estar en paz / y al mismo tiempo / de no estar. Existir y nada más”, propone Bustamante en cuanto “Sueños emisarios” echa a rodar con “Jocelyn Rye” y el Caribe y el Mediterráneo se funden suavemente. Esa paz es precisamente la que domina el primer tramo del disco, un apacible vistazo al subconsciente (Sueños emisarios”) y al humanismo doméstico (Hombres prácticos”) que el valenciano acompaña de cálido pop-folk salpicado de recuerdos familiares (Una ensaimada considerable”) y teclados juguetones. El segundo tramo, el de las canciones escritas en pandemia, cambia la mirada exterior por la interior y desgrana a ritmo de chanson y pop otoñal evocaciones viajeras (“París eres tu”), reflexiones sobre amores recién estrenados (“Corporal”) y melancólicas celebraciones de la vida y la música (“Tizón”).

Al final, lo que queda es un viaje reflexivo y cautivador alrededor del arte de componer canciones, sabias reflexiones en miniatura servidas con extrema delicadez, que Bustamente desgrana acompañado por Lavanda –Ferran Pardo (piano y teclados), Andreu García (guitarra y ukelele) y Antonio J. Iglesias (percusión), además de por su hijo Lucas (bajo)– y con Cristian Pallejà y Ferran Resines en tareas de mezclas. A su lado, al valenciano se le encoge el corazón mientras sigue buscando en las canciones la manera de decir todo aquello que no sabe explicar de otro modo. ∎

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