¿Siempre se van los mejores? Quizá no sea así por sistema, pero sí es verdad que casi siempre lo dejan quienes vierten su esfuerzo en productos tan artesanales que difícilmente competirán en la liga de la festivalocracia clónica. Lo de Junco y Mimbre era otra cosa. Y aunque entendamos perfectamente que hay que ganarse el pan en proyectos que reporten una mínima noción de rentabilidad (económica, emocional, de gestión del tiempo) –el guitarrista Marc Fernández y el batería Marc Roca están enrolados ahora en las hiperactivas Lisasinson–, el sabor agridulce de esta despedida no nos lo quita nadie. Porque “Fruit del col·lapse” insinúa que a los de Vic les quedaba y aún les podría quedar mucho por decir. Hay una progresión, un aprendizaje y una apertura a nuevos sonidos: basta con escuchar la fantástica ““÷#¢ meta”, elegantísima reflexión digital sobre el metaverso (no desentonaría en un disco de b1n0), con la voz de Maria Espinosa desfigurada por el Auto-Tune, para darse cuenta de que esta despedida tiene mucho de fértil campo de pruebas, a un buen trecho ya de lo que mostraron en sus dos referencias previas, los más que notables “Junco y Mimbre” (2020) y “L’or i la llera” (EP de 2021). Han sido tres discos en cuatro años. Y fin de la historia.

Hay aquí más tacto digital y menos electricidad de guitarras. Pero lo que no merma es la inspiración ni la frescura. Directamente producidas y masterizadas por Marc Fernández, y con la diversidad de registros que otorga haber ido componiendo y grabando sin un plan preestablecido, el rotundo argumentario de Junco y Mimbre oscila aquí entre la intimista delicadeza acústica de “Em converteixo en tu” o “DIES & HORES”, el brillante pop stereolábico –marca de la casa– de “Mai no tinguis pressa” o “[] [] [] []” y esas vaharadas de pop evanescente, prácticamente ingrávido, que ellos plasmaban sin necesidad de asirse de pe a pa al ajado libro de estilo metafísico (siempre fueron mucho más), que son “V<0>YEURISME”, “Perdre’m_Io” o “DESUBICATTT” (menudos cambios de ritmo: aquí no hay quien se aburra). Sin olvidarnos de esa ambrosía que es “KMBRA d’3C0”, que conecta al principio con las guitarras expansivas de algún corte de su primer álbum (recuerdo el sonido espacioso de “Paret de metall”) y deriva en un interludio que remite a las locuras jazz neoprogresivas –ahí es nada– de un Shabaka Hutchings. En resumen, más y mejor que nunca. Yo los veía (y aún los veo) codeándose con Wild Nothing, Beach Fossils o Real Estate. No cataremos estas canciones sobre un escenario: se limitaron a presentarlo el pasado día 6 en una listening party en la Jazz Cava de Vic. ∎