Álbum

Kiki Morente

El canteUniversal, 2021

22. 10. 2021

El segundo disco de Kiki Morente ha caído en medio del guirigay mediático ese que se ha formado por lo suyo con Sara Carbonero. Y me temo que para la gran mayoría del personal ahí se va a quedar la cosa. Escribo esto un par de semanas después de su publicación, pero si se pasa el rastrillo por internet no hay mucha reseña que leer sobre “El cante”; solo algunas previas de las de cortar y pegar la nota de prensa que envía la discográfica –el sino de los tiempos: Ctrl+c y Ctrl+v– y para de contar. Pero sobre el otro tema, el que va del rosa al amarillo, sí hay bastante, y con lujo de detalles: a Kiki lo han entrevistado hasta en la revista ‘¡Hola!’. Entre eso y que hace o va a hacer de asesor en el televisivo programa “La voz senior”... En fin, el repelús. Los mundos separados. Por encima de esas arenas movedizas, de ese terreno tan resbaladizo, ha salido a navegar “El cante”, su segundo disco tras un álbum de debut, “Albayzín” (2017), que nos presentó a Kiki caminando por la Calle del Respeto, también llamada En el Nombre de la Tradición Flamenca. Acertadamente, “El cante” es más atrevido que su hermano mayor y suena como una piedra alegre que se lanza ella misma río abajo, adentrándose en unas aguas más sorprendentes, nuevas y personales. Sobre todo, personales.

Da la sensación de que su padre estaría bien orgulloso, más que hace cuatro años, de ver cómo su hijo pequeño se ha abierto la puerta de la libertad expresiva y artística, con desparpajo, buen gusto y buenas compañías. Entre estas últimas, menciones especiales a Enrique Heredia “Negri” (La Barbería del Sur), productor y arreglista, quien ha sabido dar forma a un marco sonoro para que Kiki se plante frente al calendario y le sostenga la mirada, y también a los teclados de José Romero, que brisan los temas sin quedarse ni cortos ni largos y hacen que este barco de vapor navegue contra marea. Luego van apareciendo detalles aquí y allá, como las programaciones de Pájaro Jack en la granaína “Con la música a otra parte”, o la voz recuperada de Enrique Morente en la malagueña “La riña en la Venta Nueva” y las de Tomás Pavón, Chocolate y Manolo Caracol en la seguiriya “Voces del 3 de mayo”, o sus hermanas Estrella y Soleá sumándose a esa epifanía que es “El Vito”, cuya letra tan bien describe el sentido del disco –“y el cante de hoy y el cante antiguo, yo conozco las raíces y también lo de ahora mismo”–. Son detalles que, sumados, van fraguando los unos con los otros estas diez composiciones y les confieren dignidad y distinción, entre lo viejo y lo nuevo. ∎

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