Álbum

Lorde

Solar PowerUniversal Music New Zealand, 2021

25. 08. 2021

¿Qué estamos haciendo con las estrellas pop de nuestro tiempo? Poco después del precozmente desencantado “Happier Than Ever” de Billie Eilish, llega “Solar Power”, el disco en el que Lorde expone sus recelos hacia la fama y el estilo de vida de las celebrities. No es tanto el reflejo de un trabajo en proceso como una constatación: Lorde prefiere ser Ella Marija Lani Yelich-O’Connor a ser eso, Lorde, y los verdes de Auckland a los claroscuros de Los Ángeles.

“Solar Power” es un disco hecho al margen no solo de la industria y sus exigencias, sino también del fandom y sus expectativas. “Si estás buscando a una salvadora, bueno, no seré yo”, canta Ella en una apertura (“The Path”) con aire de nuevo manifesto, mientras la batería de Matt Chamberlain empuja la canción hacia algo similar a un groove. Aunque en el tema titular se describa medio irónicamente como una “Jesús más guapa”, quiere dejar para otras y otros el papel de mesías redentor. “Esperemos que el sol nos enseñe el camino”, canta al parecer nada irónicamente en “The Path”.

Para quienes comulgaron con el angst de “Pure Heroine” (2013) y los dolores de ruptura de “Melodrama” (2017), esta Lorde relajada y en comunión con la naturaleza puede resultar una pequeña decepción. Lo que puede ser lo mejor para Ella puede no ser lo mejor para los fans o para el curso del pop contemporáneo, pero tampoco podemos obligar a nuestros artistas favoritos a quedarse anclados en un espacio emocional o musical. “Solar Power” puede no ser un disco magistral, pero Lorde no ha dejado de ser una maestra, y en cada esquina de este álbum a la vez admirable y frustrante existen detalles a apreciar.

Cada largo suyo es un mundo distinto, y lo raro, en realidad, era esperar simple repetición: tras el electro-pop gótico de su influyente debut (sin el que Eilish o Halsey no habrían sido las artistas que hoy conocemos) llegaron los himnos tristes de baile del segundo, ya compuesto y producido por Lorde, como “Solar Power”, en alianza con Jack Antonoff. Para reafirmar sónicamente su huida de los círculos viciosos de la celebridad, Lorde ha optado por los sonidos folk de los 60 y 70 (ella, antaño sin interés alguno por las guitarras) y los ritmos esponjosos e inofensivos de cierto pop de radiofórmula de finales de los noventa, principios de los dosmiles, de All Saints a Natalie Imbruglia.

En ocasiones, sobre todo en el tercio final, las nuevas estrategias de Lorde pueden caer un poco en saco roto y las canciones rozar el muzak, aunque las letras nunca puedan tacharse de fáciles: es mejor leer que escuchar “Dominoes”, cercana a Jack Johnson. Pero “Solar Power” es un revival del sonido Madchester finalmente pegadizo; “Fallen Fruit” rediseña sabiamente el legado de The Mamas & The Papas (con breve aparición de 808); “Oceanic Feeling” puede hacer honor a su título, y “Stoned At The Nail Salon” se revela en escucha atenta como una bonita canción sobre hacerse mayor, igual que “Ribs”, aunque tampoco sea “Ribs”. En honor a la verdad, casi nada en este mundo es “Ribs”. ∎

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