Álbum

Los Enemigos

BestiezaAlkilo-Altafonte, 2020

Rockdelux 392

(Marzo 2020)

Aunque el anuncio de la “Revuelta Enemiga” en 2012 pudiese sonar entonces a otro ejercicio de nostalgia retromaníaca, la banda madrileña ha demostrado que, sobre todo, lo suyo era un asunto de oficio y pulsión creativa. Su segundo álbum de esta etapa –tras “Vida inteligente” (2014)– los sitúa en un lugar extraño, ya que convive en el tiempo con el debut tardío en solitario de un Fino Oyonarte en estado de gracia y con la carrera de Josele Santiago en un punto álgido con “Transilvania” (2017). De hecho, parece claro que Los Enemigos no son prioritarios para ellos, sino un grupo latente que asoma la cabeza o se pone a dormir según las circunstancias y las necesidades.

Hay ligeras novedades en este “Bestieza”. La más llamativa, la incorporación como guitarrista de David Krahe (lugarteniente habitual de Josele en su trabajo en solitario) en lugar de Manolo Benítez, que ha decidido priorizar su militancia en Porretas. La otra es la presencia en la producción de Carlos Hernández. Tal vez a él se le pueda atribuir la responsabilidad de ese quiebro hacia un power pop de regusto más indie en el contagioso single “Siete mil canciones” o en “Vendaval”, si bien es cierto que a Fino siempre le tiró mucho eso. Precisamente el bajista toma la voz cantante en “Océano”, uno de los mejores cortes del disco, que reacciona contra la cultura actual de las apariencias.

Tema central de este “Bestieza”, de hecho, es la perplejidad de los autores ante el discurrir de los tiempos, ya sea el imperio de los algoritmos, el regreso de la extrema derecha, la picaresca de la solidaridad o la incomprensión ante su retiro del mundanal ruido de la vida rock. Vamos, que Los Enemigos bien, como siempre. ∎
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