Disco destacado

Lucrecia Dalt

¡Ay!RVNG Intl.-Popstock!, 2022

31. 10. 2022

Bajo

Suscripción

Tras haber pasado por diferentes fases discográficas en su carrera, Lucrecia Dalt da el paso que se le pedía desde hace tiempo con “¡Ay!”, un artilugio que se impone por encima de sus códigos vanguardistas para ofrecernos un retrato musical que liga sus ansias experimentales con la raíz popular colombiana.

A partir de este primer hecho, no es ninguna casualidad que cortes como “No tiempo” o “Enviada” suenen a metamorfosis smooth jazz de Björk. Y es que, en cierta manera, este álbum comparte pautas de acción con “Fossora”, último trabajo de la alienígena islandesa. Al igual que la gran diva del pop sobrenatural, Lucrecia Dalt ha convertido su entorno geográfico original, Colombia, en un ente extraño, mutante, cerebralmente sci-fi.

En el caso de Dalt, los condicionantes oníricos son más prominentes que en el disco de Björk. Para la de Pereira, lo que prima no es un acercamiento atípico a los elementos menos reconocibles de nuestra vida terrestre. Para nada. Al contrario, ella aboga por expresar cuestiones sobre la esencia rizomática del tiempo, por ejemplo. Su mismo discurso es el de un alien habitando entre humanos. Uno que lanza preguntas sobre temas que, por poner un ejemplo, incluyen aspectos sobre fósiles electromagnéticos cosmológicos. Este es el vocabulario utilizado por Dalt para dibujar un mundo de ciencia ficción que suena a manifestación borgiana de Stanisław Lem. Una película para los oídos en la que los protagonistas son diez canciones que juegan con las coordenadas rítmicas y tonales del bolero hasta niveles no vistos hasta el día de hoy. Mapa de transformismo donde la disonancia y el trabajo de borrado hauntológico de los relieves tonales deforma la masa estructural de las canciones en cada escucha, siempre dejando un porcentaje alto de subjetividad para quien las escuche. Mención especial para el trabajo del doble bajo y las percusiones, que conectan con la fisionomía cavernícola que Tom Waits tejió en obras cada vez más influyentes como “Bone Machine” (1992).

En torno a esta clase de herramientas instrumentales y conceptos, surgen hallazgos como “Atemporal”, en el que se manifiestan nuevas formas de vida donde, tal como queda patente en las letras, las medidas temporales son cuestionadas en todo momento.

El efecto retro, el tono retumbante de los sonidos o el aura a lo Joe Meek que planea en la metodología aplicada en la producción son elementos que ayudan a fortalecer el grado metafísico armado en torno al concepto subyacente a lo largo de todo el recorrido: la llegada a la tierra de Preta, entidad extraterrestre, que le sirve a Dalt para configurar los planteamientos sobre los que ondea este satélite de canciones abducidas en su propia naturaleza inescrutable. Única y fascinante. ∎

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