La de Madee es una historia que refuta las leyes de la lógica en lo que respecta a la trayectoria de un grupo musical. Tras publicar cuatro álbumes entre 2002 y 2007, se fueron un poco por la puerta de atrás, con cierto reconocimiento crítico pero un techo de cristal en cuanto a público. Mientras su vocalista, Ramón Rodríguez, se transformaba en The New Raemon y adquiría una nueva popularidad cantando en castellano, parecía que nadie echaba de menos a la banda de Cabrils, ni siquiera cuando grabaron el EP “Age Of Ruin” en 2014 para acompañar un breve regreso.
Su caso podría ser algo similar al de The Dream Syndicate, pero si Madee volvieron de nuevo en 2021 no fue por una coartada nostálgica ni porque notasen que hubiera una reivindicación entre las generaciones más jóvenes que considerase oportuno redescubrirlos o recuperarlos. Ni siquiera estaba de moda –más bien, todo lo contrario– aquel emocore en inglés que sedujo a buena parte del público y los medios a comienzos de milenio. Supongo que ellos siempre valoraron otro tipo de cosas por encima de todas las demás: juntarse por amistad, hacer lo que les apeteciera, plasmar sus pulsiones mientras componían y tocaban juntos, aunque fuese con la distancia impuesta por la pandemia o por la propia situación geográfica de cada componente.
Tras “Eternity Mingled With The Sea” e “In The Cold Season” –ambos de 2021–, la banda catalana entrega ahora la culminación de esta trilogía inesperada. No hay grandes transformaciones: utilizaron el mismo modo de composición, con Rodríguez improvisando melodías vocales sobre los poemas que le mandaba Mark Swanson desde Seattle, quien ha adopatado un rol similar al de Martxel Mariskal en Lisabö. Son canciones moderadamente elusivas que sugieren los anhelos e inquietudes, cotidianos o de raigambre más filosófica, de artistas de mediana edad con los pies en el suelo. Canciones que hablan de refugios y misterios, del miedo a la decadencia física encarnada en los seres queridos y de aquellas pequeñas cosas que aún les dan placer. La banda suena tan compenetrada como siempre, y exquisita en su modo de expresión, con la sensación de que todo está en su lugar exacto. Si realmente Madee se termina aqui, “An Introduction To A Feeling” es una excelente canción final en un álbum que bien puede ser el mejor de su trayectoria. ∎
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