De triunfita a proyecto marcado por buscar la línea transversal entre genoma underground y literalidad mainstream. Este es el objetivo esgrimido por María Escarmiento en las cuatro canciones que conforman este tratado reggaetonero de alta gama.
En base a esta naturaleza, lo primero que resalta es el hecho de no estar ante el típico trabajo iniciático que busca un estilo propio. Para nada: desde que María Villar pasó a ser María Escarmiento, ha tenido muy claro que quería rodearse de figuras como Pedro LaDroga; y en este caso, con productores como Kabasaki, que en “Las veces que estoy sin ti” le regala una base de naturaleza oscura y aura onírica, de relieves perfectamente definidos en su función de abrir espacio a los melismas sensuales de su voz, con el punto justo para que cada palabra cantada/susurrada se adapte como miel al oído.
En este sentido, donde alcanza el summum de sus poderes es en el single “Borracha”, absorbente tobogán de pistas vocales a diferentes niveles. En“La tóxica” nos topamos con una nueva demostración vocal de María; desde su aparente candor neutro, juega con sabiduría y mesura con las deformaciones, mínimas, del Auto-Tune. Y es que, tal como también sucede en “Comerte la boca”, la evolución llevada a cabo desde “Sintiéndolo mucho” (2020), su anterior EP, hasta este “Diplomática” parte de un énfasis claro y reconocible: gestar bases más limpias con el fin de mostrarnos una imagen más rotunda –aunque con menos matices– para encontrar así su hueco en el estrellato. Y bajo sus propias reglas, paso a paso, con su personalidad como aval de un cuaderno de bitácora que, en esta ocasión, muestra las rutinas vitales surgidas del deseo. Y lo hace a través de la adecuación al pop del lenguaje del reguetón, que ella ha simplificado dentro de unos parámetros de expresión más sincera y bajo un halo de realismo que potencia las cualidades empáticas de unas canciones que pretenden forjar hits sin necesidad de dar golpes de timón ni giros drásticos en busca del éxito.
Con este trabajo también queda claro que, definitivamente, los formatos pequeños son los que van a marcar la ruta a seguir para las nuevas generaciones. En este sentido, “Diplomática” refuerza esta realidad, que es también la de una artista que ya demostró en el pasado que la evolución es una de las tónicas predominantes en su modus vivendi.
Mientras no llegue una nueva inflexión estilística de María Escarmiento, quedémonos con esta versión, que es la más estimulante que nos puede ofrecer por el momento. Y mediante la que ya comienza a ganar credibilidad como creadora en sintonía con las pop stars de hoy en día, con el retrovisor siempre enfocado hacia el último grito proveniente de las esferas underground. ∎
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